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OPINIÓN - MARTES, 25 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

A paso de tortuga
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Menos mal que hoy, por el domingo, el sol vuelve a calentarnos un poco y nos permitirá salir para curiosear por la ciudad aparte de pasear. Tal vez presencie el paso de la controvertida resurrección.

Tal vez agarre el coche, que el pobre anda abandonado en una calle sin que me acerque a acariciarlo, y me de una vuelta por los montes ceutíes y de paso llevo al niño a que se divierta en y con la naturaleza.

Hablando de coches, ahora resulta que los estrategas de Tráfico, con mi amigo Josep Pérez Moya, director del Server Català de Tránsit, a la cabeza, están estudiando nuevos métodos para exprimir el bolsillo de los conductores y así poder dar salida a una cuestión monetaria: los sueldos y primas de los funcionarios de tráfico.

Al paso en que quieren imponernos los límites de velocidad, tendremos que seguir detrás del quelonio. Digo esto porque tendremos que acostumbrarnos a llevar el coche a la velocidad de las tortugas si no queremos que nos empapelen con multas a troche y moche.

La experiencia que proponen ahora, menos mal que por estas tierras no es posible, ya se probó en la capital del Reino por el director de la Dirección General de Tráfico, Pere Navarro, concretamente en la A-1. El invento se trata de controlar la velocidad de un vehículo en un tramo determinado de 10 o 12 kilómetros y así establecer la velocidad media del mismo con lo que se averigua la velocidad en que iba antes de efectuar el frenazo al divisar el radar de turno.

De momento, Pérez Moya no tiene prisa en sancionar, sólo hará una experiencia… pero sancionará de todos modos aunque tenga el precedente de lo ocurrido en Madrid. Ese precedente consistía en que Pere Navarro se encontró en su mesa del despacho de la DGT con una montaña de cartas e informes jurídicos contradictorios en los que le advertían que la ley exige que para imponer una sanción ha de especificar el punto kilométrico exacto de la infracción. 10 o 12 kilómetros es demasiado difuminado para sancionar. Por eso, Pere Navarro aparcó el asunto.

Bien está que se limite la velocidad a unos topes razonables si ello evita accidentes no deseados nunca. Pero la exageración prima ahora en las disposiciones de tráfico sobre los límites de velocidad. Una exageración rayana en la tortura psicológica del conductor, sobre todo de quienes tienen cacharros muy potentes y caros, exageración infundada al querer poner unos límites ridículos en autovías y autopistas libres de obstáculos.

Bien está que ponga los límites dentro del casco urbano de manera que no den ni un susto a los viandantes… pero lo lógico sería que estos, los viandantes, respetaran también las normas de circulación. Muchos no respetan los semáforos, cruzan por donde le dan la gana y a veces se ponen a hablar con un conocido en medio de la calle. Así van y viene accidentes… pero poner límites fuera del casco no es de recibo. A nadie le interesa ni le agrada circular a menos de 80 km/h por una inmensa y larga autopista, donde ir a 120 km/h no es ningún riesgo. Que esos límites se pongan en las carreteras normales vale, pero ¿en autopistas?

Lo que ya tengo asumido es que la velocidad media de los vehículos en Ceuta es de 10 km/h y para ello no necesito el coche. Andando llego antes y me ahorro el problema de buscar aparcamiento de tan saturada está la ciudad de vehículos. Un parque móvil enorme en un territorio de 19 km² da una impresión desagradable. Por suerte para mí, he encontrado un sitio en la península donde dejaré el coche bien guardado, ya que aquí no lo necesito y allá, al otro lado del charco, si me hace falta.

El invento de mi amigo Pérez Moya, si se lleva a la práctica, dará mucho que hablar, primero porque humillará de manera sublime a los conductores cuyos vehículos aspiren al récord de velocidad en el tramo controlado: la matrícula de su vehículo aparecerá en un gran plafón luminoso al final del recorrido marcado con la advertencia de que circula a mayor velocidad de la permitida. El escarnio público está servido. Y segundo, pese a que ahora diga que no sancionará de momento, implica un aumento de las sanciones y con ello más puntos desaparecidos del carné de conducir.

Asistimos al nacimiento de un Estado controlador de nuestras vidas: desde que nacemos ya estamos controlados… ¿es esto democracia?
 

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