Llevamos medio invierno clamando
por la lluvia, desde La Coruña a Almería y desde Gerona
hasta Tarifa.
No hay un solo agricultor en España que no haya rogado a sus
santos más devotos para ver si, al fin, llega el agua
porque, de lo contrario, este va a ser uno de los años más
ruinosos para sus frutos.
Si nos cambiamos de acera y nos acercamos a los ganaderos,
también estos se pasan semanas enteras mirando al cielo,
para ver si, por fin, empieza a llover, porque ellos dicen:
“no es lo malo tener que llevar comida al ganado, lo peor de
todo es tener que llevarles agua”.
Son los dos sectores que más veces han prestado atención al
hombre del tiempo para ver si ya dice que lloverá. Pero
nada, el agua se resistía y semana tras semana han ido
pasando sin caer una gota.
Sólo quedaba una oportunidad, el momento en el que
comenzaran a mover los santos de sitio, para sacarlos en
procesión, los días de la Semana Santa.
El agua hace falta, lo decíamos, pero ¿Va a llover
precisamente ahora?. Todo es posible y..., así ha sido,
especialmente desde la noche del martes hasta el jueves. El
miércoles, en algunas zonas, Sevilla, Málaga, Cádiz y parte
de Granada, fue un día de lluvia, se podría decir que, por
fin, llegó el milagro, que el agua vino cuando más falta
hacía, pero creo que en esta ocasión el agua llegó cuando
más daño podía hacer. Y ya es mala suerte que tras meses y
meses sin haber llovido, sea, precisamente, el día que más
procesiones, que más ilusiones, salían por Sevilla, pongamos
por caso, cuando se fuera a truncar el trabajo y la ilusión
de miles de personas.
Cientos, más bien miles, de personas habían estado
preparando su Semana Santa, a lo largo de muchas semanas, y
a la hora de la verdad cuando iban a ver hecha realidad su
labor de tanto tiempo, se han quedado esperando a que sea en
otra ocasión, el próximo año, cuando puedan mostrar todo lo
que ellos son capaces de hacer.
Este año, el mal tiempo se puede achacar a lo pronto que ha
caído la Semana santa, pero no es eso, pues hay años en los
que ha caído casi un mes más tarde y también han caído las
lluvias durante estos días.
Visto lo visto, aquí, mejor que nunca podemos decir eso de
“nunca llueve a gusto de todos” y mientras que para los
agricultores de Castilla y León no ha servido, todavía, de
nada y para los ganaderos de Andalucía casi no se ha notado,
para las cofradías de la Semana Santa de Andalucía ha sido
la peor de las maldiciones que les podía caer, por cuanto
redujo a nada la ilusión que habían puesto durante doce
meses.
Esto es algo que, afortunadamente no pueden controlar los
alcaldes, ni los presidentes de las comunidades autonómicas
y mejor que sea así, porque de controlarlo ya veríamos
cuales eran los santos de su devoción.
El agua que se necesitaba y se sigue necesitando muchísimo
ha llegado en el momento más inoportuno y precisamente a los
lugares que menos se necesitaba en esas fechas.
Ahora con tiempo primaveral por delante veremos si eso ha
sido el anticipo de lo que nos hace falta o si ha querido
ser el reflejo de lo que se necesitaba.
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