Recientes hallazgos arqueológicos del siglo I después de
Cristo en el interior de habitación del Parador La Muralla
hablan sobre la importancia de la ciudad en cuanto a las
riquezas del pasado que aún se encuentran ocultas en el
interior de sus entrañas. Sin embargo, estos testimonios de
la Antigüedad no se encuentran únicamente bajo tierra, sino
que muchos de ellos se asientan en los fondos de las aguas
del Estrecho, cerca del litoral ceutí, restos que delatan a
la ciudad como una factoría de salazón y pescado remontada
al siglo I antes de Cristo. Estas riquezas están esperando
aún, en la confluencia del Mediterráneo y del Atlántico, a
ser rescatadas por los organismos institucionales para su
posterior recuperación como legado histórico. Pero en muchas
ocasiones terminan siendo fruto de la codicia de los piratas
internacionales, que recolectan libremente amparados por la
condescendencia de la legislación internacional: en el caso
de Inglaterra, la ley dicta que el 50 por ciento de lo
encontrado en un pecio queda en manos del buceador, mientras
que la otra mitad es para el armador del barco hundido. En
el caso de Estados Unidos, las leyes permiten que el monto
total de objetos encontrados vaya a parar al bolsillo del
que barre.
“Los arqueólogos españoles no vemos en los pecios los cofres
del tesoro del que lucrarnos a título individual”, comenta
Javier Noriega, uno de los jóvenes emprendedores de la
empresa de arqueología submarina Nerea. “A nosotros nos
interesa aquello que los hallazgos nos cuentan, y por eso no
hablamos de tesoros, sino de legados”, sentenció. El trabajo
de este grupo de jóvenes se centra en la creación de una
serie de cartas subacuáticas sobre los restos arqueológicos
del litoral. Se trata de llevar a cabo una prospección de
los fondos marinos para identificar y poder señalar en el
mapa el patrimonio hundido.
De esta forma “se puede luchar contra la piratería en el
mar”, expresó Noriega. Para ello, están dotados de avanzadas
técnicas de teledetección y “documentación cartográfica de
aquellos yacimentos de las aguas cercanas a la costa ceutí,
además de la ribera andaluza y de la ciudad de Melilla. De
esta forma, “cada localidad tendrá su propia base de datos,
así como el acceso a un registro a nivel nacional, que
estará en manos del Ministerio de Cultura”, informó Noriega.
La Ciudad ya participó en esta iniciativa en septiembre del
año pasado, momento en que optó por invertir el equivalente
a unos 45.000 euros en este proyecto de tasación submarina,
que se encuentra a piques de sacar a la luz sus resultados.
El citado estudio no sólo permitirá situar en el mapa los
restos del patrimonio ceutí que descansa en el fondo del
mar, sino los fragmentos de los pecios hundidos, que antaño
entraban en el Mediterráneo desde el Atlántico, atravesando
el Estrecho de Gibraltar.
De hecho, una prueba de la gran cantidad de barcos que
pasaban por este enclave era la intensa actividad comercial
que tuvo la Septem Frates romana, información que se puede
encontrar en los numerosos hallazgos arqueológicos
submarinos que se han llevado a cabo en las costas ceutíes.
La mayor parte de estos objetos fueron recuperados en los
años 50 y 60 por parte de un equipo de buceadores, gracias a
los cuales el Museo de Ceuta cuenta con una de las mejores
colecciones de ánforas y anclas romanas del Mediterráneo
occidental.
El potencial de nuestro patrimonio arqueológico submarino es
destacado, como demuestra lo recuperado hasta la fecha. Sin
embargo, los prometedores inicios de los estudios
arqueológicos de nuestros fondos marinos no alcanzaron la
suficiente madurez “por falta de medios técnicos y humanos”,
según afirma el arquitecto de la Ciudad, Fernando Villada,
que considera que los métodos que se utilizaban antaño era
“poco escrupulosos”, por lo que celebra que “actualmente se
ponga más interés en remover el paso con el máximo cuidad,
presenvando los restos encontrados”.
Paulatinamente se han ido mejorando los métodos y técnicas
de la investigación arqueológica submarina. Estas mejoras no
sólo han afectado a las propias excavaciones arqueológicas,
sino que también han llegado a la localización de los
yacimientos bajo las aguas. La aplicación de tecnologías de
prospección geológica, tales como el sonar de barrido
lateral o el penetrador de fangos, han permitido identificar
yacimientos ocultos bajo las arenas o en profundidades
inaccesibles para el hombre. Estas novedosas técnicas se han
aplicado en la elaboración de la carta arqueológica
submarina de Ceuta, que por primera vez en España se ha
hecho conjuntamente a un equipo de biólogos marinos, que ha
confeccionado la carta bionómica.
El proyecto que Nerea está llevando a cabo, y para el que se
prevé un final feliz en las próximas semanas, consta de
varias fases de estudio: por un lado, se creará una carta
arqueológica en la que se detallen “todas y cada una de las
zonas de yacimiento dentro del mar”. Por otro, un cuidado
trabajo de restauración y recuperación “de la memoria del
lugar, que lleva ahí abajo centenares de años”. Así, se
podrá llevar a cabo un profundo estudio documental y
bibliográfico en archivos, así como en bibliotecas
especializadas, que permitirán obtener información sobre los
puntos de encuentro y piezas halladas en pocos minutos. Con
ello se conseguirá, además, proteger el patrimonio local “y
mantenerlo a salvo” aseveró Noriega.
Vigilancia vía satélite
Sin duda, el reto más llamativo de la empresa es la
participación junto a la firma Decasat en el proyecto
‘Vigilancia de Yacimientos Arqueológicos Subacuáticos
Mediante Satélite’, apoyado por la Consejería de Innovación
y Empresa de Málaga, y que servirá para vigilar desde el
cielo con satélites espaciales los tesoros que yacen en las
profundidades del mar, ocultos en más de 700 galeones y
barcos hundidos, para evitar que los piratas los expolien.
Estos yacimientos pueden estar valorados en 600 millones de
euros por barco y, en el 35% de los casos, ya han sufrido
algún ataque de buceadores sin escrúpulos.
Según Nerea, este sistema hará imposible que se repitan de
nuevo acontecimientos trágicos como el expolio llevado a
cabo por la compañía Odyssey, que “se hizo propietaria” hace
unos meses de un cargamento de monedas de oro y plata de un
pecio hundido a tan sólo 20 millas de la localidad de
Estepona. Según los expertos, las empresas dedicadas al
saqueo de los fondos marinos no suelen ser españolas.
Sin embargo, eligen las costas nacionales debido a su
riqueza en yacimientos, sobre todo, la zona mediterránea.
«Las costas andaluzas, por su rico pasado y su situación
geográfica, han sido testigo de numerosos naufragios, muchos
de ellos de calidad científica», señala Javier Noriega,
piezas que se cargaban impúdicamente en barcos rumbo a
Inglaterra, engrosando la lista de existencias en museos
como el Británico, de gran riqueza y prestigio. Así, la
configuración de esta carta de existencias en el litoral
ceutí será la salvaguarda de que no vengan por aquí barcos
internacionales para hacer el agosto de manera ilícita.
|