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OPINIÓN - VIERNES, 21 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

En esta vida todo llega y todo pasa. Nuestra Semana Santa llega a su punto final aunque muchos de esos miles de ceutíes que aprovecharon la misma para irse de vacaciones, apurarán hasta el último suspiro de mañana para regresar a casa. Todos querrán volver a la misma hora, es decir coger el último barco y volverá a pasar lo que sucede, en estos casos, cada año, los problemas que se encuentran en el puerto de Algeciras, donde todos quieren embarcar al mismo tiempo. Cosa del todo punto imposible porque los barcos, entre otra cosa, no son de chicle y tienen las plazas limitadas Y de nuevo, como es habitual, criticas a la navieras por no poner más barcos. Así son las cosas, un año y otro, y nada ni nadie las va a cambiar.

Cambiar esa costumbre que tenemos todos de aprovechar hasta el último suspiro nuestra estancia en la Península, sería tanto como querer cambiar que, cuando llegan esas fechas, Ceuta se quede medio vacía y usted encuentre, en cualquier esquina de nuestra tierra, una cafetería para desayunar. Hay cosas que con el paso del tiempo se vuelven tradiciones, y ya se sabe que las tradiciones no hay formas de cambiarlas.

Auque algunas tradiciones, la verdad sea dicha, con cierto arraigo popular, han ido desapareciendo, siendo engullidas por la vorágine de la vida moderna. Más que nada porque esas tradiciones están caducas en el tiempo y han quedado trasnochadas, por no tener razón de ser en los momentos actuales. Por ejemplo, ese día en el que, cuando uno era niño, decían que el Señor había resucitado, cogíamos unas pocas de latas las amarrábamos a una cuerda y corríamos por nuestra calles arrastrándolas haciendo un ruido enorme. Durante muchos años fue una tradición pero que, hoy día, no tiene razón de ser

Otra de esas tradiciones antiguas que, en la actualidad, sería imposible llevar a cabo era que el Viernes Santo, día en que se conmemoraba la muerte del Señor, los coches no circulaban por nuestras calles, guardándose un silencio absoluto. Hay que tener en cuenta que, en aquella época, no era nada difícil llevar a cabo esa labor de que los coches no circulasen por nuestras calles, debido a la escasez de parque móvil que había. Sólo los más adinerados del lugar, tenían coche y no todos, la verdad sea dicha.

Hoy, debido al enorme parque móvil que existe, en nuestra tierra, sería poco menos que un milagro, llevar a cabo que ningún vehículo circulase por nuestras calles. A eso hay que añadir que vivimos en una época diferente y con unas costumbres diferentes que todos debemos respetar.

Lógicamente el avance experimentado en la forma de vivir, ha dejado atrás muchas de esas tradiciones que, por otra parte, debido a su forma, no tiene razón de ser en los momentos actuales. Son tradiciones, de otra época, de otros momentos de la vida, a la que la vida misma, en su avance inexorable, ha dejado en el olvido.

Hoy aquella forma de vivir y entender la Semana Santa, sólo ha quedado en el recuerdo de los que tuvimos la oportunidad, siendo niños de vivirla. Algo que, sin discusión alguna, forma parte de nuestras vidas y que, siempre, vivirá en nuestros recuerdos.
 

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