La previsión de lluvia traicionó a los hermanos de la
cofradía de la Flagelación que tenía prevista su salida
procesional a partir de las 18.00 horas. Sin embargo,
minutos antes de que se produjera, la Junta de Gobierno
decidía cancelar la salida a la calle Teniente Pacheco. A
última hora de la mañana, el hermano mayor, Francisco Moreno
Lechuga, comunicó que sería posible procesionar hasta la
Santa Iglesia Catedral, ya que el Instituto Nacional de
Meteorología pronosticó que sería a partir de las 23.00
horas cuando comenzaría el riesgo por precipitaciones. La
cofradía pensó en dejar las imágenes en la Catedral.
Además de lágrimas había de todo dentro de la Casa de la
Hermandad de la cofradía de la Flagelación y María Santísima
de la Caridad. Había niños pequeños que desenfocaban su
mirada, destinada a un alboroto que fatigaba el desahogo de
los presentes. “Sólo nazarenos y costaleros”, decía uno de
los miembros de la Junta de Gobierno después de que se
conociera la noticia. Sólo ellos tenían el privilegio de
rendir pleitesía a sus imágenes.
Pasaban las 17:15 horas de la tarde cuando el hermano mayor
de la cofradía anunciaba, después de deliberarlo con la
Junta de Gobierno, la noticia de que no habría procesión
este año. La lluvia se coló por las rendijas de la tarde,
haciendo estragos multitud de sueños y horas de espera que
se marchaban por entre las alcantarillas de la nostalgia.
Las imágenes dormirán en su templo desde finales de marzo y
volverán a intentarlo el próximo año.
La Flagelación ha conseguido hacerse un importante hueco en
la Semana Mayor ceutí, convirtiéndose en una de las
cofradías señeras del centro. Su salida por la calle
Teniente Pacheco se ha convertido en uno de los enclaves
para muchos amantes de esta fiesta. La estrechez de la
calle, el aroma del barrio y las balconadas que mecen a su
cristo hacen de su recorrido una estampa memorable año tras
año. Por eso, muchos ciudadanos, resguardados en sus
paraguas de la fina lluvia que trastocó los planes de todo
un año, guardaban el sitio por si acaso cedía, en recompensa
de la devoción, esa agua que ayer arrebató tanta alegría.
El hermano mayor Moreno Lechuga, comentó a última hora de la
mañana que, según los pronósticos, solo cabía la posibilidad
de lluvia a partir de las 11 ó 12 de la noche. Iluso pensaba
que la procesión quizá tuviera que dormir en la Santa
Iglesia catedral por precaución. No fue posible siquiera
alcanzar la primera de las estaciones de penitencia y los
nazarenos se quitaron el capirote antes de que quedara
marcada en su frente la seña, antes de que sus pelos se
recogieran en cada una de las casas, trastocado por horas de
penitencia en las calles. No fue posible alcanzar esa
satisfacción. Las miradas, vencidas por la realidad, como el
cielo, también llovían y los ojos se manchaban del color
rojo de la sangre, que acumulaban sentimiento y emoción.
Pocas palabras podían articular. Muchos desearon que, por lo
menos, durante los dos días que quedan de Semana Santa, se
puedan ver procesiones en las calles de la ciudad.
La Flagelación es una de las cofradías que más devotos
contempla en las diferentes zonas de la Península. Son
estudiantes o trabajadores que regresan a casa en Semana
Santa y que dejan para el Miércoles Santo el plato grande de
sus vacaciones. Habría que esperar otro año.
“Antes de iros, los que tengan túnicas prestadas que las
dejen”, pedía una de las hermanas desde la segunda planta de
la Casa. Y antes de que se cerraran las puertas, las Bandas
de Música contratadas -de Bailén en el Cristo y la Municipal
en la Virgen- dedicaron tres marchas cada una a los fieles
para que terminaran de desahogarse por completo ante el
sonido estremecedor de los instrumentos musicales. Juan
Vivas, presidente de la Ciudad, acudió luego para consolar a
los fieles.
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