Mariano Rajoy, al tomar la
decisión de continuar al frente de su partido, ha provocado
la ira de quienes le habían ya despreciado por ser un
candidato que ha perdido por dos veces unas elecciones
generales. De nada les vale a Pedro J. Ramírez,
Federico Jiménez Losantos y Luis María Anson,
entre otros, lo que vienen alegando los marianistas:
Felipe González y José María Aznar necesitaron
también de una tercera vez para obtener la presidencia.
Y no les vale, no sólo porque la derrota del PP les ha hecho
tener la certeza de que también ellos han sido grandes
derrotados en toda regla, sino porque en su fuero interno
siguen pensando que les ha ganado un bobo de solemnidad:
José Luis Rodríguez Zapatero. Un presidente por
accidente -Anson dixit-.
Fueron ellos, es decir, Ramírez, Jiménez Losantos y Anson,
quienes pidieron con machaconería, desde sus púlpitos
poderosos, que el candidato popular hiciera una oposición
rayana en la agitación ciudadana contra el Gobierno. Lo cual
acabó amedrentando a quienes, en su momento, decidieron que
entre dos males era conveniente votar al menor.
Pero los amigos (!) periodistas de Rajoy pensaron, tras el
monumental descalabro, hacer bueno el refrán de que no hay
mal... Y se dispusieron a entronizar, como futura reina del
siguiente juego de intereses, a la chica que les tiene
sorbido el seso: Esperanza Aguirre. Y volvieron a
pegarse otro jardazo: que diría uno de los barones más
fieles al barbado don Mariano: Javier Arenas.
De fracaso en fracaso, los personajes reseñados,
acostumbrados a ser tenidos por hombres con peso específico
más que suficiente para poner y quitar presidentes, vienen
rumiando las posibilidades que les quedan para sumir a MR en
la confusión y hacerle meditar si el paso que ha dado es el
más rentable para su partido y si él está hecho de esa pasta
necesaria para convertir en un infierno los cuatro años de
mandato de ZP.
Y lo primero que ha hecho “El Mundo” es publicar una
encuesta, el lunes pasado, con el único fin de poner a Rajoy
entre la espada y la pared. Comienzan por endulzarle la
vida. Le cuentan que el 75% de los votantes del PP quiere
que siga en el mando. Pero, claro, tampoco falta la hiel:
también le recuerdan que el 55% le reclama que sea más duro
en su oposición al Gobierno. Con los resultados de semejante
encuesta, y por mucha fama ganada que tenga Rajoy de hacer
el don Tancredo, sabe perfectamente que Ramírez, con ese
periodismo de encrucijada, trata de comerle la moral. A ver
si un día, el candidato se levanta con el ánimo hecho
trizas, y atiende al ruego de Elvira, su esposa:
Mariano, por favor, que tengo ganas de vivir en Santa Pola.
Uno, al margen de que esté, lógicamente, deseando que el
presidente del Gobierno acierte en casi todas sus
decisiones, quiere asimismo que la oposición sea fuerte para
que ZP no se duerma en los laureles. Es verdad que Rajoy
tiene por delante una tarea complicada. Pero más se le va a
complicar si decide hacer una oposición calcada a la
anterior y si cabe más guerrera para crispar con renovados
bríos a los españoles. Lo cual sería malo para España y,
concretamente, para Ceuta. Pues aquí, donde los
parlamentarios populares han venido ganando sus escaños con
holgura, no hay motivos para que solivianten a los ceutíes,
cada semana, y hagan posible que Vivas viva en un ay
permanente.
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