Una vez más el campo del Betis, el
antiguo Heliópolis, acapara el protagonismo de la jornada
futbolística y no precisamente por el buen juego del equipo,
o por la clasificación brillante del Betis.
En esta ocasión, un desalmado, un seguidor de lo que sea,
pero no del deporte, no tuvo otra cosa mejor que hacer que
lanzar una botella desde la grada para que impactara en la
cabeza del guardameta del Athletic.
Que el individuo ese no debe ser muy normal lo demuestra
esta gamberrada, pero que ese campo tampoco está a la altura
de un campo de primera división lo viene demostrando desde
hace mucho tiempo, desde cuando los balones que van a la
grada, en un porcentaje grande no vuelven al campo, porque
siempre hay algún “ratero” que se queda con ellos.
Ahí, por un motivo o por otro, siempre hay noticias para la
prensa, ahí no termina todo con el pitido final, porque si
no es con pañolada contra el dueño del equipo, es otra cosa,
y siempre para destacar fuera de lo deportivo. En esta
ocasión, y también hay que decir las cosas buenas, un sector
de la afición bética, que sabe lo que se le viene encima al
equipo, actuó como hay que actuar y con su colaboración se
pudo detener al “delincuente”. Eso hay que resaltarlo, así
como tendríamos que resaltar, ¡ojalá! Si el individuo en
cuestión fuera sancionado a perpetuidad para no volver a
entrar a un recinto deportivo.
Y la pregunta que se está haciendo ahora parte de la afición
del Betis, la afición de verdad es ¿Y ahora qué?. No hay que
ser demasiado inteligente para adivinar que el Ruiz de
Lopera va a ser clausurado, ya veremos por cuantos partidos.
A no ser que desde los comités correspondientes se hagan
cómplices y se deje pasar esa fechoría como un incidente más
de un partido de fútbol.
Eso no creemos, y no podemos pensar que suceda, porque
entonces estaríamos abriendo la puerta para que todos los
golfos, todos los tunantes y desvergonzados fueran cada
domingo a hacer de las suyas a los campos de fútbol.
Y aquí lo de menos es el resultado, el partido quedó
suspendido cuando aún faltaban 19 minutos para su
conclusión. Es de suponer, simplemente, que esos 19 minutos
se van a jugar, no sabemos cuando ni donde, porque si además
se diera por concluido el encuentro con 1-2 en contra, si
además se le sanciona fuertemente al club con una multa
millonaria, y si además se le cierra el campo, el pájaro ese
de la botella habrá sido el elemento más dañino que jamás
entró en el campo bético.
Afortunadamente, parece que el guardameta bilbaíno se
recupera, pero el susto, el mal sabor de boca y todo lo que
trae aparejada una fechoría así no hay quien lo remedie.
Ahora, no faltaría más, podría decirse que el gamberro ese
no estaba en sus plenas facultades, por haber ingerido
alcohol o algún otro producto. Hasta ahí podíamos llegar,
que algo de eso fuera un atenuante para el malhechor. Habrá
que estar atentos a dos frentes, en primer lugar al
deportivo, que será más rápido y a continuación al civil,
para ver por donde termina todo.
No nos agrada, lo hemos dicho muchas veces, que a nadie se
le prive de libertad, pero nos agrada menos que uno que está
libre actúe como actuó ese gamberro en el campo del Betis,
poniendo en peligro la integridad de un deportista, y
ocasionando al club un gran perjuicio.
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