Se cuenta que el último rey de
Portugal, don Manuel II, habiendo preguntado a su
ayuda de cámara el nombre de un embajador hispanoamericano
cuyas cartas credenciales debía recibir aquel día, se
encontró con la resistencia del palaciego a decírselo:
“Majestad, no sé si debo...”. Pero la orden del monarca
venció el púdico temor, y con un desmayo de voz, le dio el
nombre: “Se llama Raúl Porras y Porras”. No es
difícil imaginar el porqué de aquel melindre, dice Lázaro
Carreter, quien recoge la anécdota en “El dardo y la
palabra”. Aunque se guarda muy bien de traducirnos el
vocablo. Y el desdichado rey, a quien la dignidad de la
corona obligaba a permanecer impasible en los trances
graves, se limitó a comentar: “Lo que me molesta es la
insistencia”.
Esto es lo que sucede con las declaraciones de los políticos
ceutíes que pululan por la prensa y colapsan las ondas: que
no son pocos, pero que parecen muchos más de los que son,
por constantes y asiduos. Son papagayos. Se repiten, una y
otra vez, echándose en cara acciones que no les interesa a
nadie y que sí permite a muchos ciudadanos darse cuenta de
lo mal que piensan.
Si supiera, por ejemplo, Pedro Gordillo lo pesado que
resulta oírle decir que Mohamed Alí ha prestado el
voto de sus afines a los socialistas a cambio de que éstos
les permitan participar, como comandante en jefe, en los
planes de empleo. Sin pararse a pensar, que semanas atrás,
de haber aceptado el dirigente de la UDCE pactar con el
gobierno presidido por Juan Vivas, se hubiera hecho
acreedor a recibir las contraprestaciones adecuadas a
semejante acuerdo.
Por consiguiente, sobraba por parte del vicepresidente de la
Ciudad, y hombre más que poderoso del PP, propagar que tiene
previsto “fiscalizar” la adjudicación de plaza de los Planes
de Empleo. Con todos mis respetos para Gordillo, de verdad,
semejantes declaraciones sobraban, en estos momentos, por
distintas causas. Y sobre todo por una muy principal: por
darle la oportunidad tanto a los socialistas como a Alí, de
seguir insistiendo hasta la náusea, en los muchos errores
que, según ellos, viene cometiendo la Ciudad en relación con
el traslado del Mercado Central de Abastos y la obra de
soterramiento.
A Milagros García y José Antonio Carracao,
tras obtener ambos en las elecciones una derrota victoriosa,
menudo oxímoron, les importa un bledo pecar de plúmbeos
cuando necesiten arremeter contra el PP de Ceuta. Así, en
cuanto se sientan aludidos por declaraciones de gobernantes
locales o bien por parlamentarios populares, echarán mano de
la Manzana del Revellín para defenderse con recochineo y
contumacia.
En lo tocante a Alí, que está viviendo de manera indirecta
el mayor de sus éxitos como político -el primero fue cuando
irrumpió en la escena política obteniendo tres diputados-,
seguro que tampoco se preocupará por aburrirnos al
contarnos, cuando se le achaque su pacto materialista con la
Delegación del Gobierno, su particular cuento del alfajor:
que su ayuda a los socialistas se ha debido a que el
progresismo de éstos concuerda perfectamente con la línea de
la UCDE.
En una palabra, que bien harían los políticos populares, en
vista de la situación reinante, en nadar y guardar la ropa.
Para ayudar al presidente de la Ciudad a convertir en
realidad su gran proyecto.
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