Muchas veces puede dar la
impresión, desde el desconocimiento, que los asuntos que más
asiduamente tratan los políticos en sus comparecencias y
reuniones no tienen nada que ver con la ciudadanía aunque
realmente no sea así. Todo lo que se hace o se deja de hacer
en las instituciones (que se firme un convenio con una
entidad u otra, que su montante sea más o menos elevado, que
se destine más o menos presupuesto a una consejería o a la
de al lado...) tiene su repercusión en la vida de los
ciudadanos antes o después. Seguramente lo que existe es un
defecto de comunicación por parte de los políticos o de los
periodistas que hace que sus tareas cotidianas parezcan
harina de otro costal. La rueda de prensa que siguió a la
reunión del Consejo de Gobierno de ayer fue buen ejemplo.
Después de una ristra considerablemente larga de acuerdos
relativos a aprobaciones de obras, ratificaciones de
convenios y similares la portavoz del Ejecutivo ceutí,
Yolanda Bel, abordó uno de esos asuntos que interesan al más
pintado: los precios del transporte marítimo, que de un día
para otro han dado un brinco y han vuelto a colocarse lejos
de muchos bolsillos, tanto de ceutíes como de turistas o
visitantes ocasionales. Era hora de que la Ciudad Autónoma,
con la contundencia que lo hizo ayer, porque también es
verdad que no ha dejado de atender a este asunto nunca
dentro de sus muy limitadas competencias, pusiese sobre el
tapete su radical disconformidad con la política de las
navieras, que por otro lado se mueven dentro de la lógica
más estricta de la economía de mercado y de la oferta y la
demanda: cuando hay poca demanda, como sucede durante los
primeros meses del año, tiraron los precios hasta extremos
desconocidos; cuando sube el número de pasajeros, devuelven
las tarifas a esas cotas difícilmente aceptables que
acostumbraban hasta la relativamente reciente aparición de
su política de ofertas. De la Ciudad y el Estado depende
encontrar la fórmula intermedia que sea capaz de, respetando
las reglas de juego, encontrar un precio (sin subvención
incluida) asumible y equilibrado. De ello depende parte del
futuro de Ceuta.
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