Hace escasos siete días aparecieron en el subsuelo del
Parador La Muralla nuevos restos arqueológicos de la Septem
romana, que ayer fueron trasladados al Museo para efectuar
su limpieza con el más absoluto celo. Se trata de vasijas,
tinajas y ánforas que informan sobre el pasado pesquero de
la ciudad y sobre su actividad en la industria del salazón.
El arqueólogo de la Ciudad, Fernado Villada, informó ayer a
EL PUEBLO que los restos arqueológicos recientemente
hallados en el subsuelo del Parador La Muralla han sido
trasladados a las instalaciones del Museo de Ceuta, “para
proceder a su limpieza de forma adecuada”. Se trata de
varias vasijas, ánforas y tinajas, usadas en un momento en
que el enclave caballa estaba dedicada a la industria del
salazón, puesto que entre estos resquicios del pasado se han
encontrado grandes cantidades de moluscos -ictiofauna- y
espinas de pescado -malacofauna. De hecho, estos restos
fueron hallados, en forma de fósiles, en el linde entre el
estrato árabe y el romano.
Según Villada, la actividad del salazón se extendía desde el
punto en que ahora se excava e investiga, bajo una de las
habitaciones interiores del Parador, hasta la Basílica
Tardorromana. El arqueólogo de la Ciudad agregó que
“observando la disposición de los elementos encontrados y su
relación de distancias entre ellos”, se obtiene información
sobre el tipo de estancia en que fueron encontrados y qué
utilidad se le daba a las instalaciones, que nos cuentan la
dedicación de la Septem romana a la pesca y a la producción
y comercio del salazón, momento en que Ceuta gozó del
estatuto jurídico de municipio romano. Estas piezas
aparecieron a los pies de la arcada califal, bajo los
estratos de la Ceuta musulmana, donde recientemente
aparecieron, además, fragmentos cerámicos variados que
demuestran una estrecha vinculación mercantil con las
tierras de Al-Andalus.
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