Miles de fieles volvieron a acompañar al Medinaceli en su
traslado a la Casa de la Hermandad en Otero. Este año, como
principal novedad, procesionó la Virgen de Los Dolores junto
a él. En la prisión de los Rosales liberaron de la pena de
cárcel a un joven de 22 años que prometió -como muchos otros
lo hicieron ayer- no volver a caer en la tentación.
Derrumbando la mirada hacia el suelo, era casi parejo el
número de personas con calzado que sin él. El Medinaceli
obliga a los cristianos a portar sus promesas hasta la
colina del Príncipe, donde se arremolinan junto a una imagen
a la que rinden devoción y a la que confían sus problemas y
logros en un secreto casi alegórico.
La explanada de salida del santuario es un remolino de
pensamientos, que ayer se volvió aire y que esparció el
polen de los lirios que alfombraban los pies del Medinaceli
como un baño bendito entre sus fieles. Ese polen alcanzó los
ojos de una familiar del preso que, apenas sin hablarle, le
perseguía llorando a la salida de la cárcel adonde el
hombre, ya sin cadenas, prometió -otra promesa al aire- no
volver más. Con la lección aprendida, este joven de 22 años,
vivió en su persona el perdón de Dios y regresó a la vida de
los mortales, con el indulto de Cristo y de toda Ceuta. Dos
señoras cantaron Saetas en la prisión de los Rosales, una de
ellas dedicadas a ese recluso, “va por ti mi promesa, aunque
no te conozca”, le dedicó a esa persona anónima a la que
jamás se le verá la cara, oculta debajo del paño morado que
ayer le convertía en preso a la devoción al Cristo del
Medinaceli de por vida.
Las figuras procesionaron entre el susurro de los árboles,
que ayer se mecían al mismo ritmo con el que los cargadores
portaban la imagen del Señor de Ceuta. Decían los presentes,
tanto autoridades como público, que este año el cortejo de
la imagen era menor que el de entregas anteriores. Pero no
era verdad. Ayer iba más arropado que nunca, le acompañaba
la Virgen de Los Dolores, por primera vez en la historia en
el traslado a la Casa de la Hermandad, único acto de
procesión que se produjo en la ciudad en todo el día.
Dolores iba pegada a su Hijo, en silencio, como la
penitencia. El jueves dejará nuevamente en cautiverio a
Jesús, ante los vítores de la ciudad autónoma, que volverá a
rendir pleitesía a su Medinaceli.
Acudieron al traslado las autoridades de la Ciudad. En
primera persona Juan Jesús Vivas, acompañado de Monseñor
Antonio Ceballos, obispo de Cádiz y Ceuta, y por el
comandante general, Enrique Vidal de Loño.
Las cifras arrojan que fueron algo más de 3.000 los ceutíes
que hicieron penitencia tras las figuras. Muchos otros las
esperaban en el Puente del Quemadero, en Los Rosales o en la
avenida Otero, “ya viene, ya viene”, decían los pequeños. La
devoción se crea en la escuela de la calle, junto a la gente
de bien y de mal, junto al pecador y al puro. El Medinaceli
rindió respeto en su traslado, el mismo con el que le
corresponde toda la ciudad cada Lunes y Jueves de Semana
Santa.
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