El de periodista es un oficio de
matices. Una palabra, una coma, un verbo, un adjetivo mal
colocado, intencionadamente o no, puede cambiar radicalmente
el significado de una noticia y modificar sustancialmente la
impresión que esta causa en el lector. La lectura del
teletipo de la Agencia EFE fechado en Sevilla ayer, una
primicia con todas las de la ley, pone los pelos de punta:
“Los agentes detuvieron a los inmigrantes, les esposaron y
volvieron con ellos a aguas marroquíes, donde a unos cien
metros de la costa les empujaron al agua y les pincharon con
un cuchillo los salvavidas que llevaban. Un senegalés de 29
años comenzó a pedir auxilio diciendo que no sabía nadar, lo
que, en principio, tomaron a broma los agentes, que
procedieron a reírse de la situación”, dice literalmente.
Con el bagaje de rumores, actuaciones no confirmadas o no
suficientemente investigadas y demás que corre alrededor del
perímetro fronterizo ceutí y la actuación en él de las
Fuerzas de Seguridad de uno y otro lado del mismo, la
noticia, en toda su crudeza, parece verosímil. Sin embargo,
la propia Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)
reconoce que en ningún momento cree que los agentes actuasen
como presuntamente lo hicieron con intención manifiesta. El
portavoz de CEAR reconoce, y da en el blanco, que lo de
“pinchar” los salvavidas es en realidad el modus operandi
habitual de los guardias civiles para controlar a los
inmigrantes en mar abierto. Lo que pasa es que el suceso
abre de nuevo la polémica alrededor de la denominada
“devolución inmediata”, ese procedimiento supuestamente
avalado por las más altas instancias oficiales para el
control fronterizo. Rebajada la impresión inicial que genera
la noticia, terror en estado puro, la Delegación del
Gobierno y este mismo desde Madrid no deberían tomarse a la
ligera el tema. Que Ceuta aparezca año sí y año también de
forma destacada en los informes de la APDHA o el Defensor
del Pueblo por eventos similares es sencillamente
inaceptable, sobre todo porque sus superiores están
permitiendo de una u otra manera un descrédito inaceptable
de los guardias y policías que trabajan, la inmensa mayoría
de forma intachable, en Ceuta.
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