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					Lunes. 10 
					 
					En las tertulias, o en cualquier mentidero de la ciudad, 
					cuando se habla de las elecciones generales, los 
					participantes están siempre de acuerdo en que –aquí- 
					cualquier persona que sea elegida como candidato a diputado, 
					por el PP, gana de calle el escaño. Así viene sucediendo 
					desde hace un montón de años. Y en esta ocasión, como no 
					podía ser menos, se ha vuelto a repetir el hecho. Si bien 
					conviene destacar el magnífico resultado que le ha dado al 
					PSOE el presentar como candidato a José Antonio Carracao 
					y la ayuda inestimable de Mohamed Alí. El primero, a 
					pesar de que como orador ha de procurar por todos los medios 
					evitar ese dequeísmo horrible, que no deja de ser una 
					vulgaridad que echa a perder cualquier mensaje que emita, se 
					ha revelado como un político que llega a la gente. Es joven, 
					y seguro que será pieza clave en el engranaje de su partido, 
					a partir de este momento. En cuanto al presidente de la UDCE, 
					de quien a veces hemos criticado su veleidad, por estar más 
					atento a irse detrás de sus emociones y no de sus 
					convicciones, hemos de decir que el riesgo asumido, esta 
					vez, poniéndose de parte del PSOE, le concede el derecho no 
					sólo a sentirse satisfecho sino a participar de lo que no 
					deja de ser un éxito de los socialistas de Ceuta. Ahí es 
					nada que la candidatura de Carracao, al Congreso de los 
					diputados, haya obtenido 14.429 votos. Algo que parecía 
					impensable, en un principio. Vaya, por tanto, para ambos 
					políticos el reconocimiento que el hecho merece. 
					 
					Martes. 11 
					 
					El delegado del Gobierno está disfrutando de lo lindo el 
					momento que le ha tocado vivir en Ceuta: triunfo de su 
					partido en las elecciones generales y extraordinaria 
					resurrección de los socialistas en Ceuta. La verdad es que
					Jenaro García-Arreciado tiene motivos más que 
					sobrados para que se le vea riendo en todas las fotografías 
					que se le han publicado este pasado fin de semana. Cuando 
					llegan los éxitos, al margen de la alegría que otorga la 
					victoria, lo que flota en la mente son las agresiones 
					sufridas por quienes no han cesado de decirnos impropios. Y, 
					por más que uno quiera contenerse, cuesta lo indecible no 
					mandarle los recados convenientes a quienes han querido 
					humillarnos hasta extremos insospechados. De ahí que 
					entienda perfectamente las palabras dedicadas por el 
					delegado del Gobierno a González, del PP, en su 
					conferencia de prensa, cuando todo el pescado se había 
					vendido ya. Lo que está demostrado es que ambos personajes 
					se tienen tirria. Es decir, que se odian mutuamente. Un 
					enfrentamiento que es contraproducente para los tiempos que 
					se avecinan. Y la razón es bien sencilla: el Gobierno de la 
					Ciudad y la Delegación del Gobierno están necesitados, más 
					que nunca, de mantener unas relaciones cordiales y un deseo 
					enorme de ayudarse en todo cuanto redunde en beneficio de 
					Ceuta. De lo contrario, los ciudadanos saldrían 
					perjudicados. Es verdad que la forma de ser de Juan Vivas 
					invita a creer que éste jamás pondrá en peligro las buenas 
					relaciones institucionales por querer figurar más de la 
					cuenta y mucho menos por disfrutar denigrando la imagen de 
					García-Arreciado. No obstante, sería muy conveniente que el 
					presidente de la Ciudad, con su habilidad característica, 
					expusiera en su partido el mucho bien que le harían a su 
					Gobierno el que los parlamentarios dejasen de buscarle las 
					cosquillas al delegado del Gobierno, porque sí. Porque ellos 
					crean que es muy saludable llegar a Ceuta desde Madrid, cada 
					semana, y hacerse notar poniendo de vuelta y media a 
					García-Arreciado o a quien estuviere ocupando ese cargo. 
					 
					Miércoles. 12 
					 
					He dicho más de una vez que hay militantes del PP, 
					pertenecientes al aparato del partido o que han pertenecido, 
					que están hasta los huevos de oír hablar de Juan Vivas como 
					si éste fuera el único hacedor de los logros que el partido 
					ha venido consiguiendo en las urnas durante los últimos 
					años. Son los que no dudan en halagarlo cuando están ante 
					él, y luego critican por detrás acerbamente el fulanismo que 
					se ha creado alrededor del presidente de la Ciudad. 
					Fulanismo, por si alguien no lo sabe, es tendencia a dar 
					indebidamente más importancia a una persona concreta que a 
					una ideología. De hecho, y aprovechando la campaña electoral 
					de las recientes elecciones, se ha podido ver, con claridad 
					meridiana, cómo Francisco Antonio González, ayudado 
					por varias personas que abrazan su causa, ha querido no sólo 
					ganar su escaño sino hacerlo por el mayor número de votos 
					para demostrar que el milagro de Vivas no es tal milagro. 
					Pero su deseo se ha visto fallido y aun ha tenido la mala 
					suerte de que ha sido la vez que menos votos ha obtenido su 
					candidatura. Lo cual le ha sacado de quicio. Anda el 
					diputado desencantado y también dispuesto a enfrentarse con 
					cualquiera que no comparta con él las razones que han 
					motivado lo que él considera un descalabro en las urnas. Y 
					busca culpables. En principio, ha dicho públicamente que la 
					Ciudad podría haberle ayudado más en la campaña electoral. 
					Lo cual no deja de ser una denuncia que lleva implícita la 
					culpabilidad de Vivas. Tampoco se muerde la lengua a la hora 
					de mostrar su ira por la ayuda que le ha prestado la 
					militancia de la UDCE al partido socialista. Sólo le falta 
					decir que alguien en el Gobierno local boicoteó las 
					relaciones del PP con Mohamed Alí con el único fin de 
					fastidiarle a él la gloria de unas votaciones que hubieran 
					superado con creces a las conseguidas por el presidente de 
					la Ciudad en las últimas elecciones autonómicas. El PP se 
					está agrietando por los cuatro costados. De modo que su 
					líder necesita, urgentemente, tocar a rebato para 
					advertirles a todos sus fieles del peligro inminente de 
					discordia que existe en momentos cruciales. 
					 
					Jueves. 13 
					 
					Coincido con Nicolás Fernández Cucurull y lo primero 
					que hago es felicitarle por su triunfo en las urnas. Luego, 
					como no podía ser menos, nos metemos en cháchara. Comenzamos 
					hablando de las elecciones generales. Y analizamos lo 
					ocurrido en Cataluña y en el País Vasco. Sitios donde los 
					socialistas han ganado las elecciones. Tampoco esquivamos 
					los comentarios acerca de la importancia que tiene el que 
					los candidatos sean telegénicos. Y estamos de acuerdo en lo 
					siguiente: de dos personas que debatan en la televisión, 
					siempre saldrá ganando quien sea más querido por las 
					cámaras. No sé cómo va a solucionar Mariano Rajoy, le 
					digo al senador, este problema, si vuelve a ser nuevamente 
					candidato a la presidencia del Gobierno. En lo tocante a las 
					elecciones locales, Nicolás entiende que los socialistas 
					están exagerando los buenos resultados que han obtenido. Y 
					espera la llegada de la cita autonómica para ver cómo sin 
					los votos de Mohamed Alí bajarán muchos enteros. Más 
					tarde nos adentramos en los enfrentamientos que se vienen 
					produciendo entre la Ciudad y la Delegación del Gobierno. A 
					Fernández Cucurull no le gustan las maneras con que se 
					emplea Jenaro García-Arreciado. Por más que yo le 
					recuerde que el onubense está harto de aguantar improperios. 
					También me da la razón cuando le digo que Juan Vivas 
					va a tener que soportar unos años difíciles con los 
					socialistas. Y que está obligado, el presidente de la 
					Ciudad, a sacarle rédito a su más que reconocido buen 
					talante, para evitar problemas con la Delegación del 
					Gobierno. 
					 
					Viernes. 14 
					 
					Tras las declaraciones de Jenaro García Arreciado 
					acerca de la presión que el Gobierno de la Ciudad está 
					ejerciendo sobre el Estado, a cuenta de la titularidad del 
					solar sobre el cual está edificado el Mercado Central de 
					Abastos, con el único fin de hacer del victimismo arma 
					arrojadiza más que conocida, se esperaba con interés la 
					respuesta del presidente de la Ciudad. Y a mí me invadía, a 
					pesar de conocer la forma de ser de Juan Vivas, el 
					temor de que algún exaltado hubiera calentado lo justo al 
					presidente, a fin de que éste cambiara de estilo. Con el 
					único propósito de decirle varias guasas seguidas al 
					delegado del Gobierno. Pero no fue así. Y la verdad es que 
					me he alegrado muchísimo al comprobar que Vivas, en momentos 
					cruciales, ha sabido mantener la calma, una vez más, de 
					puertas hacia fuera, y adopta la postura más conveniente 
					cuando el viento sopla en contra y con fuerza irresistible. 
					“La Ciudad asume que la posición del Estado le obligará a 
					replantearse el proyecto de reforma de cuanto se relaciona 
					con el Foso de la Almina”. Ha declarado el presidente. Lo 
					justo para que quienes manejan desde el Gobierno Central las 
					decisiones al respecto, entiendan que la mano tendida del 
					presidente merece el mejor de los tratos. Cuando por medio 
					existen motivos políticos, resulta aventurado pronosticar 
					que la Administración General acabará cediendo esa parcela 
					para que el Gobierno local pueda darle vida a un 
					soterramiento tan deseado y necesario. Sin embargo, yo creo 
					que pronto esa buena nueva será conocida y todos nos 
					sentiremos satisfechos. La forma de enfocar el asunto por 
					parte de Vivas ha sido la mejor. Ya que hay épocas donde 
					conviene defender los intereses con habilidad y dejando a un 
					lado los desplantes y los órdagos a la grande. Ojalá que 
					García Arreciado continúe en su cargo. Ya que, si le 
					hago caso a mis pituitarias, tengo la certeza de que el 
					delegado del Gobierno será la persona que más interés ponga 
					en la solución favorable, para la Ciudad, de ese conflicto. 
					 
					Sábado. 15 
					 
					Recién llegado Salvador de la Encina a Ceuta, 
					para acometer la enorme tarea que le habían encomendado los 
					gerifaltes de Ferraz, me hallé con él en el Hotel Tryp. 
					Estaba el diputado acompañado por Enrique Moya, 
					mientras a escasa distancia charlaban Inmaculada Ramírez 
					y José Antonio Carracao. Tras los saludos de rigor, surgió 
					la conversación acerca de la entrevista que la televisión 
					pública le hizo, en el Parador Hotel La Muralla, a la 
					candidata del PSOE de Ceuta, Antonia María Palomo, 
					durante la campaña electoral correspondiente a las 
					autonómicas, en la que yo participé. Y no tuve el menor 
					empacho en decirle a Moya de qué manera los socialistas se 
					habían puesto, durante la campaña, en las manos de alguien 
					que les buscó la ruina. Dije, en su momento, que el 
					coordinador de la campaña, el referido Moya, aguantó de 
					manera imperturbable mi crítica. Luego, dado que De la 
					Encina me daba palique, fuimos hablando de otras cuestiones 
					y salieron a relucir los nombres de otros políticos. Y allá 
					que ocupó espacio, como no podía se de otra manera, el 
					iluminado: Juan Luis Aróstegui. Y mi contestación al 
					respecto, fue la siguiente: estimado diputado, cuando te 
					reúnas con el secretario general de Comisiones Obreras y 
					dirigente principal de un partido extraparlamentario, debes 
					andarte con mucho cuidado. Porque todo irá sobre ruedas 
					mientras vosotros hagáis lo que a él le gusta. Lo peor 
					llegará cuando él vea que no puede imponer sus ideas y sus 
					caprichos. Jamás volví a tener la oportunidad de hablar con 
					De la Encina, después de aquel encuentro en el Tryp. Eso sí, 
					he venido leyendo cómo tras dirigir Aróstegui todas las 
					maniobras del grupo de los críticos en contra de la 
					fumigación que se hacía necesaria en la calle de Daoíz, ha 
					vuelto éste a ganarse la confianza de los socialistas. Lo 
					cual considero un tremendo error por parte de De la Encina. 
					Al dejarle, en forma de amistad, una mala herencia al joven 
					Carracao. A no ser que el mejor aval que haya presentado el 
					iluminado sea el haber decidido denunciar en los juzgados 
					todo lo que intente Juan Vivas en relación con la 
					Manzana de Revellín. 
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