El Parlamento Europeo conmemora el
50º aniversario de la primera sesión de la Asamblea
Parlamentaria Europea, celebrada en Estrasburgo el 19 de
marzo de 1958. La Eurocámara, con medio siglo de vida
injertada en el laberinto del tiempo, es normal que haya
crecido en número de representación y de representados, en
poderes de decisión y competencias, cuestión por otra parte
vital, si queremos reforzar el control democrático y que
tome raíces en la vida cotidiana de sus ciudadanos. A pesar
de los años cumplidos, las instituciones europeístas para
muchos residentes son algo lejano y desconocido, hasta los
propios Estados miembros manifiestan desconsideración cada
vez que incumplen, que son muchas veces, la propia
legislación que generan y que debería servir para fortalecer
aún más la Unión. Cuando los que mandan pierden la cortesía
y lo único que recuperan es el desacato; los que obedecen,
pierden el respeto y ganan espacio las arbitrariedades.
Como botón de muestra algunos ejemplos al desafuero. El
Parlamento Europeo aprueba la revisión de la legislación
europea que establece máximos para una serie de
contaminantes. La nueva directiva reducirá las emisiones de
partículas contaminantes nocivas, pues se introducen, por
primera vez, valores límite para las llamadas “partículas
finas”, que pueden causar enfermedades como el asma. Hasta
ahora, la UE sólo establecía límites para el dióxido de
azufre y las partículas más grandes. España es uno de los
países que incumple la legislación vigente. Más de lo mismo
de mal. Se da luz verde a una directiva que introduce una
separación de al menos 30 minutos entre los bloques
publicitarios televisivos. Esta normativa, que actualiza una
directiva de 1997, establece un máximo de 12 minutos de
anuncios cada hora y también se aplicará a la televisión en
Internet. En los programas infantiles se prohibirá la
colocación de productos y se desarrollarán códigos de
conducta que limiten la publicidad de alimentos con altos
niveles de grasas. Ya no les digo nada del azote del empleo
ilegal, la falta de cohesión social y el incremento de la
pobreza, que todos hablan de reducir y en España se
incrementa. La verdad que tiene bien poco sentido pasar la
vida haciendo leyes para luego quebrantar hasta los propios
principios éticos.
Si celebrar la vida y el sueño de vivir es una cuestión de
dejarnos querer y de gratitud, el medio siglo del Parlamento
Europeo debe, al menos, ponernos en actitud europeísta,
aunque a veces nos transmita desasosiego y fracaso, en vez
de gozo y conquista. Reducir Europa a un asunto territorial
únicamente me parece una postura muy pobre. Bajo la
expresión europeísta debe apuntalarse un orden estético
libre, capaz de combinar vigor con justicia social,
pluralismo político con tolerancia, solidaridad con
apertura. El partido socialista ha introducido en su
programa impulsar la reforma constitucional para introducir
una referencia a Europa en la Constitución. Refrendo la
idea, la aplaudo, pero con el añadido de sumarse al esfuerzo
colectivo de renovar las normas de la vida en común
establecidas en los Tratados, cumpliéndolas y haciéndolas
cumplir.
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