Ha comparecido ante los medios y
no se ha mordido la lengua. De ahí que le haya salido un
discurso amargo sobre la campaña electoral. El coordinador
territorial de la UpyD-Ceuta no ha dejado títeres con
cabeza. Su enfado era evidente. A pesar de haber conseguido
cuatrocientos votos en su primera aparición como cabeza de
cartel de un partido organizado deprisa y corriendo y sin
recursos económicos.
Se lamenta Julián Domínguez de la poca atención que
le han prestado los medios públicos a las formaciones
minoritarias como la suya. Favoreciendo descaradamente al
bipartidismo reinante. La verdad es que su denuncia
demuestra su bisoñez en estas lides electorales. Lo
sorprendente, sin duda, hubiera sido lo contrario. Es decir,
que tales medios se hubieran volcado con el proyecto de
Rosa Díez.
De cualquier manera, me gustaría saber a qué medios públicos
se refiere Domínguez. Ya que aquí, salvo Radio Televisión
Ceuta y Radio Nacional de España, los demás son medios
privados. Y los privados necesitan del aliento de la
publicidad para mantener la empresa en estado de buena
salud. Así es el juego. Por más que los partidos
perjudicados se sientan discriminados. Pero es bien sabido
que un partido tieso tiene pocas probabilidades de competir
con los que tienen a los bancos detrás insuflándoles los
mejores ánimos.
Aun así, creo conveniente recordarle al candidato de la UpyD-Ceuta,
que los españoles han sido siempre muy amantes del
bipartidismo arrollador. Y cuando las dictaduras no les han
permitido a los ciudadanos votar, éstos han hecho sus
prácticas por medio de esa dicotomía que nos es tan
familiar. En España se ha sido siempre de Joselito o
de Belmonte, de Manolete o de Arruza,
de Aparicio o del Litri, de Tomás o de
Ponce. Del Madrid o del Barcelona, del Betis o del
Sevilla... Y aún quedan rescoldos del bipartidismo que rigió
la competencia taurina iniciada por sevillanos y rondeños. Y
qué decirle de cuando la gente se pegaba por Cánovas
o por Sagasta.
Por lo tanto, mucho me temo que Domínguez perderá el tiempo
si sigue obsesionado con combatir las muchas ventajas con
que cuentan el PP y el PSOE. Porque a estas alturas, tanto
Génova como Ferraz son dos empresas enormes y difíciles de
ser superadas por cualquier otra. Aunque al frente de ella
esté Rosa Díez: una mujer valiente, con don de
gentes, y que ha sabido ganarse la voluntad de varios
intelectuales prestigiosos. Y que ha sido usada, no lo
olvidemos, por una derecha que ha visto en ella el mejor
ejemplo para denigrar, todavía más, las conversaciones del
Gobierno con la ETA.
A Domínguez, y perdón por atreverme con el consejo, lo que
más le conviene es imitar a Aróstegui. Vamos, que a
partir de ahora le será de mucho beneficio si decide dar una
conferencia de prensa todos los días para asegurarle a los
periodistas una página, como mínimo. Meterle a Vivas
cada dos por tres un dedo en el ojo. Y poner como chupa de
dómine al delegado del Gobierno. Y, sobre todo, hacer buenas
migas con Manolo González Bolorino.
Eso sí, para ganarse mi modesta voluntad, yo le pediría que
no use más la palabra deleznable de manera equivocada. El
que se haya pedido el voto en las mezquitas, según él, sería
reprobable.
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