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OPINIÓN - SÁBADO, 15 DE MARZO DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Una brecha social, económica... y sanitaria

La última Encuesta Nacional de Salud, con datos referentes al año 2006, dada a conocer ayer íntegramente por el Ministerio de Sanidad, arroja datos aparentemente contradictorios si se analizan al detalle indicadores como el de la percepción que la población tiene de cómo está su propia salud. Paradójicamente, los ceutíes y melillenses, que en esta como en tantas otras estadísticas aparecen lamentablemente en el mismo epígrafe, son los que consideran que su estado físico y mental es muy bueno en términos porcentuales más elevados, pero al mismo tiempo son también líderes si lo que se analiza es qué porcentaje de sus vecinos consideran que es mala o muy mala, por delante de Andalucía. Aunque podría debatirse mucho sobre la tendencia a la hipocondria de los residentes en las dos ciudades autónomas, la lectura más coherente de estos indicadores es la misma que cabe aplicar cuando nos encontramos con que la renta media en Ceuta y Melilla supera la media nacional mientras, al mismo tiempo, un tercio de la población local está por debajo del umbral de la pobreza o al límite de caer en él.

La única explicación para semejante fenómeno entraña el gran reto que la Administración General del Estado y la Ciudad Autónoma deben enfrentar juntos durante las largas legislaturas que, aún más en el primer caso, les quedan por delante tras los últimos comicios generales y regionales: paliar la brecha económica, educativa, social y, visto lo visto, sanitaria, que permanece abierta en Ceuta. Mientras las instituciones, que son las responsables de hacerlo, y en esto no valen medias tintas, no consigan cohesionar a todos los niveles a la población de la ciudad autónoma no habrá medicina posible para garantizar el progreso justo y equilibrado y, peor aún, seguiremos sembrando un brote que tarde o temprano acabará generando desestabilización y, en el peor de los casos, violencia. Aún estamos a tiempo de evitarlo y quien no ponga todo de su parte para conseguirlo deberá afrontar la factura de no haberlo hecho.
 

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