En el PP ven a Jenaro García
Arreciado como si fuera un demonio. Raro es que uno hable
con cualquier afiliado popular que no saque a relucir la
inquina que le ha cogido al político onubense. Le profesan
odio africano. Lo tienen atragantado de forma que, más
pronto que tarde, tendrán algunos populares que hacerse un
lavado de estómago para expulsar el rencor, ya convertido en
tóxico, que almacenan contra el delegado del Gobierno.
El enfrentamiento del delegado del Gobierno con el alcalde,
cuando ambos han pertenecido a partidos distintos, ni es
nuevo ni me sorprende. Esta situación se ha producido con
bastante frecuencia en esta ciudad. Es un tema manido. Pero,
aun así, resulta difícil abstraerse del problema y hacer
como que no existe. El problema está vivo y coleando y
conviene no perderlo de vista.
En principio, debo decir, como tantas otras veces, que
ocupar este cargo en Ceuta es harto complicado. Resulta
incomprensible que la figura del delegado, de cualquier
delegado, sea objeto de tanto aborrecimiento en esta ciudad.
Parece mentira que aún, después de 26 años, se les siga
llamando virreyes, despectivamente. Y, sobre todo, que se
les tenga siempre en el punto de mira de todos los
inconformismos.
Lo primero que desean los dirigentes del PP y del PSOE de
Ceuta, es que se les designe un delegado a la carta. Y para
ello, tanto el presidente de uno como el secretario general
del otro, cuando gobiernan en Madrid, procuran hacer un
retrato robot para que el ministerio correspondiente les
envíe la persona adecuada a sus intereses y el político
ideal para poderlo manejar como el viento maneja la flor del
vilano. Lo que estoy diciendo es algo conocido por cuantos
han desempeñado –y desempeñan- cargos importantes en ambos
partidos.
Lo cual no deja de ser un deseo inexplicable en quienes
luego no se cansan de decir que el delegado del Gobierno ha
de serlo de todos los ceutíes. Pura hipocresía. La segunda
parte consiste en enumerar las críticas que le hacen a quien
viene destinado al edificio de la plaza de los Reyes. Que si
es muy blando. Que si no ayuda a la causa del partido. Que
si tiene un carácter hosco. Que si es un déspota. Que si es
un holgazán... Y así sucesivamente le irán adjudicando
adjetivos con el fin de irle despojando de todo crédito.
Luego, y por el menor motivo, saldrá Aróstegui proclamando
que el delegado del Gobierno es un impresentable. Y a las
palabras del iluminado se les sumarán la de los
parlamentarios contrarios, que cada semana lo pondrán a
parir. Y qué decir cuando los empresarios creen que la culpa
de todos sus males la tiene el baranda que ha enviado Madrid
como representante del Gobierno. Y ya no digamos si al
hombre se le escapa una frase que es analizada con la
susceptibilidad existente y se le declara racista hasta las
cachas. En fin, que ser delegado del Gobierno exige ser todo
un carácter y tener tripas por estrenar. De lo contrario,
tiene que terminar haciendo lo que hacía el llorado Juanito
Valderrama cuando había tormenta: meterse debajo de la cama.
Me consta que García-Arreciado aprecia a Vivas. Y sé también
que desea continuar con el fin de colaborar con éste en el
desarrollo de esta tierra. Por consiguiente, los enemigos
del Presidente de la Ciudad, que están en su entorno, aunque
emboscados, deberían dejar de meter cizaña entre la Ciudad y
la Delegación del Gobierno.
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