Casada toda esta vorágine política que hemos vivido, quiero
hacer una reflexión más y compartirla con todos.
Respetar a quienes nos van a gobernar es fundamental, pues
ellos van a hacer las cosas como la mayoría quiere y pedir a
la oposición seriedad es necesario para que hagan su trabajo
de una manera constructiva. Pero para que puedan construir
una buena realidad que vele por los intereses de todos los
ciudadanos hay que hacer una salvedad:
Desde una posición neutral, entiendo que hay cuestiones y
problemas que no deben politizarse demasiado, hay que poner
encima de la mesa cuantas críticas constructivas,
injusticias, negligencias, irregularidades y problemas
vengan a nuestro conocimiento a través del que no se puede
poner en tela de juicio; el ciudadano afectado, ya sea éste
de izquierdas o de derechas.
Los poderes públicos tienen el derecho a equivocarse y la
obligación de rectificar esa equivocación. Si en su gestión
se produce alguna falta o delito administrativo, el
ciudadano tiene el derecho y el deber de denunciarlo para
que rectifiquen, paguen su culpa y aprendan de sus propios
errores.
¡Qué fácil es decirlo pero que difícil llevarlo a la
práctica! Sería entonces necesario una herramienta política
olvidada, muy útil y necesaria en este sentido. Muy útil
para que los que nos gobiernan estén cerca del pueblo
como,con tanto ímpetu, han declarado estas últimas semanas,
es su intención.
El desarrollo de planes de actuación con la participación de
los actores sociales locales; asociaciones, sociedades y
grupos unidos por alguna causa.
Esta herramienta es una de las normas de La Agenda 21 local,
aprobada en 1992 en la Primera Cumbre Mundial de la Tierra.
Y la que hace ya tanto recomienda “establecer programas 21
locales dirigidos a mejorar las condiciones de viabilidad y
sostenibilidad de los asentamientos humanos”. Han sido
muchos los pueblos y ciudades por los que ese llamamiento se
ha extendido dando lugar a muy buenos resultados.
Yo que soy una persona muy concienciada con los problemas
medioambientales entiendo que estas normas se pueden y sería
interesante aplicarlas además en otros ámbitos de la
política, estas normas exigen:
1- Identificar en cada población los problemas más
acuciantes.
2- Desarrollar planes de actuación con la participación de
los actores sociales locales.
3- Crear foros de debate ciudadano.
4- Establecer dispositivos de control y
5- Documentar el estado y los cambios que se producen con
las medidas tomadas.
La consejería de medioambiente hizo un intento en este
sentido hace ya tres años, haciendo una presentación de la
Agenda 21 ceutí, pero después de escuchar a los actores
sociales que formabamos parte de ella, no se volvió a saber
más nada, gestionaron lo que creyeron oportuno dejando al
margen a mucha gente que perdió totalmente la credibilidad
en cuanto a sus intenciones. Demuestren que las sospechas
son infundadas. Disminuyan la distancia entre sus opiniones
y sus comportamientos. Actúen con humildad y humanidad
teniéndonos en cuenta.
Sostenibilidad no es un esnobismo, es una necesidad.
El origen de un consenso ambientalista es una nueva visión
del mundo formada por la convicción de que nuestras
actuaciones influyen en la calidad de nuestra propia
existencia.
Pongan en marcha estas normas. Fijen fechas semestrales como
mínimo para atendernos y tenernos en cuenta para proyectos
importantes y necesarios para nuestra ciudad. Pasados cuatro
años no nos tendréis que convencer de quien miente y quien
dice la verdad ya que seguro se habrán resuelto muchas y
grandes dudas sobre las gestiones que se llevan a cabo y lo
más importantes se realizarám las cosas conforme a las
necesidades del gran protagonista; el ciudadano, dejando los
intereses partidistas en segundo plano y en un tercero el
oscurantismo político.
Es para mí un honor recordar una gran premisa de un humilde
hombre mercedor de un premio Nobel de la Paz como fue Gandhi:
“Hay bastante en el mundo para satisfacer las necesidades de
todos pero no para saciar la codicia de unos pocos”
Tomemos ejemplo y formemos una unidad territorial
sostenible. Sólo necesitamos unos grados de
descentralización y diversidad cultural, rechazando el
autoritarismo, valorando la participación y la solidaridad.
Sería el resultado deseado de una gran reflexión más llevada
a la práctica.
El pueblo también se merece una oportunidad.
|