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OPINIÓN - JUEVES, 13 DE MARZO DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Una reflexión más

Por Isabel Mayorga Navarro (LV-GV)


Casada toda esta vorágine política que hemos vivido, quiero hacer una reflexión más y compartirla con todos.

Respetar a quienes nos van a gobernar es fundamental, pues ellos van a hacer las cosas como la mayoría quiere y pedir a la oposición seriedad es necesario para que hagan su trabajo de una manera constructiva. Pero para que puedan construir una buena realidad que vele por los intereses de todos los ciudadanos hay que hacer una salvedad:

Desde una posición neutral, entiendo que hay cuestiones y problemas que no deben politizarse demasiado, hay que poner encima de la mesa cuantas críticas constructivas, injusticias, negligencias, irregularidades y problemas vengan a nuestro conocimiento a través del que no se puede poner en tela de juicio; el ciudadano afectado, ya sea éste de izquierdas o de derechas.

Los poderes públicos tienen el derecho a equivocarse y la obligación de rectificar esa equivocación. Si en su gestión se produce alguna falta o delito administrativo, el ciudadano tiene el derecho y el deber de denunciarlo para que rectifiquen, paguen su culpa y aprendan de sus propios errores.

¡Qué fácil es decirlo pero que difícil llevarlo a la práctica! Sería entonces necesario una herramienta política olvidada, muy útil y necesaria en este sentido. Muy útil para que los que nos gobiernan estén cerca del pueblo como,con tanto ímpetu, han declarado estas últimas semanas, es su intención.

El desarrollo de planes de actuación con la participación de los actores sociales locales; asociaciones, sociedades y grupos unidos por alguna causa.

Esta herramienta es una de las normas de La Agenda 21 local, aprobada en 1992 en la Primera Cumbre Mundial de la Tierra. Y la que hace ya tanto recomienda “establecer programas 21 locales dirigidos a mejorar las condiciones de viabilidad y sostenibilidad de los asentamientos humanos”. Han sido muchos los pueblos y ciudades por los que ese llamamiento se ha extendido dando lugar a muy buenos resultados.

Yo que soy una persona muy concienciada con los problemas medioambientales entiendo que estas normas se pueden y sería interesante aplicarlas además en otros ámbitos de la política, estas normas exigen:

1- Identificar en cada población los problemas más acuciantes.

2- Desarrollar planes de actuación con la participación de los actores sociales locales.

3- Crear foros de debate ciudadano.

4- Establecer dispositivos de control y

5- Documentar el estado y los cambios que se producen con las medidas tomadas.

La consejería de medioambiente hizo un intento en este sentido hace ya tres años, haciendo una presentación de la Agenda 21 ceutí, pero después de escuchar a los actores sociales que formabamos parte de ella, no se volvió a saber más nada, gestionaron lo que creyeron oportuno dejando al margen a mucha gente que perdió totalmente la credibilidad en cuanto a sus intenciones. Demuestren que las sospechas son infundadas. Disminuyan la distancia entre sus opiniones y sus comportamientos. Actúen con humildad y humanidad teniéndonos en cuenta.

Sostenibilidad no es un esnobismo, es una necesidad.

El origen de un consenso ambientalista es una nueva visión del mundo formada por la convicción de que nuestras actuaciones influyen en la calidad de nuestra propia existencia.

Pongan en marcha estas normas. Fijen fechas semestrales como mínimo para atendernos y tenernos en cuenta para proyectos importantes y necesarios para nuestra ciudad. Pasados cuatro años no nos tendréis que convencer de quien miente y quien dice la verdad ya que seguro se habrán resuelto muchas y grandes dudas sobre las gestiones que se llevan a cabo y lo más importantes se realizarám las cosas conforme a las necesidades del gran protagonista; el ciudadano, dejando los intereses partidistas en segundo plano y en un tercero el oscurantismo político.

Es para mí un honor recordar una gran premisa de un humilde hombre mercedor de un premio Nobel de la Paz como fue Gandhi:

“Hay bastante en el mundo para satisfacer las necesidades de todos pero no para saciar la codicia de unos pocos”

Tomemos ejemplo y formemos una unidad territorial sostenible. Sólo necesitamos unos grados de descentralización y diversidad cultural, rechazando el autoritarismo, valorando la participación y la solidaridad. Sería el resultado deseado de una gran reflexión más llevada a la práctica.

El pueblo también se merece una oportunidad.
 

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