A las doce del mediodía del martes
11, en un cuarto aniversario ventoso, deslucido y
desangelado Don Juan Carlos y Doña Sofía, con la emoción
patente en sus rostros, presidieron el homenaje
institucional a las 193 víctimas salvajemente masacradas en
los trenes de la muerte del 11 de marzo de 2004. Más de un
millar de heridos se arrastraron por los andenes,
Apenas un cuarto de hora, aprisa y corriendo; como con
vergüenza; sin discursos. “¡Dios mío, qué solos se quedan
los muertos!”
“Da pacem Domine” (Señor danos la paz) cantada por los
coros. Pero sin vibrar en el aire, cosa insólita con los
Reyes de España presentes, el Himno Nacional. Todo demasiado
gélido: el día soleado, pero el acto… “¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!”.
Cerca de las primeras autoridades de la Nación, apenas medio
centenar de víctimas acudieron al principal de los actos de
homenaje organizados, todavía (veremos el año que viene), en
conmemoración del atentado del 11-M. Ninguna autoridad tuvo
tiempo para saludar a los afectados por la masacre. Si ya
hay tal indiferencia con los vivos…. ¿qué pasará mañana con
los ausentes?. “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”
¿Y los jueces….?. Juan Del Olmo en su sinecura de París
(beca pública por medio) y Gómez Bermúdez disfrutando de la
oportunista notoriedad literaria (vamos a llamarla así) de
su mujer. Y fuera, en los camposantos, “¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos”!
Muchos flecos quedan pendientes, asomando acusadores pese a
las ingentes e interesadas paletadas de mugre arrojadas
encima. Inoperancia; negligencia; irresponsabilidad.
¿Cuántos de los terroristas condenados eran confidentes
policiales…? ¿No lo saben?: el sumario sigue abierto, aunque
desgajado en causas pendientes. Obvio: aun hay que
esclarecer muchas cosas. Sigue con ello el Juzgado Central
de Instrucción número 6. Pero bajo tierra, “¡Dios mío, qué
solos se quedan los muertos!”.
Ni sabemos quienes montaron las bombas en los móviles ni el
tipo de explosivo utilizado. La banda de “El Chino”; Leganés:
¿se suicidaron o los mataron…? Y no me chinguen con aquello
de que no importa la autoría intelectual. Ya. “¡Dios mío,
qué solos se quedan los muertos!”
En Marruecos, probablemente en Salé, las autoridades del
país tienen previsto juzgar a dos de sus ciudadanos (Abdelilah
Hriz y Hicham Ahmidan, primo de “El Chino”) relacionados con
el 11-M. Queda pendiente encausar o no a otro sospechoso
marroquí: Saad Huseini. Ya veremos. Y, si los vecinos del
sur revuelven el caso, de ser el absuelto Mohamed Haddad yo
andaría prudente y con tino.
Eso sí. A partir de su limpia victoria electoral del pasado
día 9, Rodríguez Zapatero ya no será más -como antes-
“Presidente por accidente”. O por atentado no esclarecido.
En esta candidatura que nace jamás volveré a nombrarle así.
Justo es y a cada uno lo suyo.
“¿Vuelve el polvo al polvo? / ¿Vuela el alma al cielo? /
¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? / No sé; pero
hay algo que explicar no puedo, algo que repugna aunque es
fuerza hacerlo, el dejar tan tristes, tan solos los muertos”
(Rima LXXIII), G. A. Bécquer
|