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OPINIÓN - JUEVES, 13 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

¡Qué tristes y solos se quedan nuestros muertos!
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

A las doce del mediodía del martes 11, en un cuarto aniversario ventoso, deslucido y desangelado Don Juan Carlos y Doña Sofía, con la emoción patente en sus rostros, presidieron el homenaje institucional a las 193 víctimas salvajemente masacradas en los trenes de la muerte del 11 de marzo de 2004. Más de un millar de heridos se arrastraron por los andenes,

Apenas un cuarto de hora, aprisa y corriendo; como con vergüenza; sin discursos. “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”

“Da pacem Domine” (Señor danos la paz) cantada por los coros. Pero sin vibrar en el aire, cosa insólita con los Reyes de España presentes, el Himno Nacional. Todo demasiado gélido: el día soleado, pero el acto… “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”.

Cerca de las primeras autoridades de la Nación, apenas medio centenar de víctimas acudieron al principal de los actos de homenaje organizados, todavía (veremos el año que viene), en conmemoración del atentado del 11-M. Ninguna autoridad tuvo tiempo para saludar a los afectados por la masacre. Si ya hay tal indiferencia con los vivos…. ¿qué pasará mañana con los ausentes?. “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”

¿Y los jueces….?. Juan Del Olmo en su sinecura de París (beca pública por medio) y Gómez Bermúdez disfrutando de la oportunista notoriedad literaria (vamos a llamarla así) de su mujer. Y fuera, en los camposantos, “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos”!

Muchos flecos quedan pendientes, asomando acusadores pese a las ingentes e interesadas paletadas de mugre arrojadas encima. Inoperancia; negligencia; irresponsabilidad. ¿Cuántos de los terroristas condenados eran confidentes policiales…? ¿No lo saben?: el sumario sigue abierto, aunque desgajado en causas pendientes. Obvio: aun hay que esclarecer muchas cosas. Sigue con ello el Juzgado Central de Instrucción número 6. Pero bajo tierra, “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”.

Ni sabemos quienes montaron las bombas en los móviles ni el tipo de explosivo utilizado. La banda de “El Chino”; Leganés: ¿se suicidaron o los mataron…? Y no me chinguen con aquello de que no importa la autoría intelectual. Ya. “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”

En Marruecos, probablemente en Salé, las autoridades del país tienen previsto juzgar a dos de sus ciudadanos (Abdelilah Hriz y Hicham Ahmidan, primo de “El Chino”) relacionados con el 11-M. Queda pendiente encausar o no a otro sospechoso marroquí: Saad Huseini. Ya veremos. Y, si los vecinos del sur revuelven el caso, de ser el absuelto Mohamed Haddad yo andaría prudente y con tino.

Eso sí. A partir de su limpia victoria electoral del pasado día 9, Rodríguez Zapatero ya no será más -como antes- “Presidente por accidente”. O por atentado no esclarecido. En esta candidatura que nace jamás volveré a nombrarle así. Justo es y a cada uno lo suyo.

“¿Vuelve el polvo al polvo? / ¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? / No sé; pero hay algo que explicar no puedo, algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, el dejar tan tristes, tan solos los muertos” (Rima LXXIII), G. A. Bécquer
 

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