Ir a votar un día de elecciones es
un derecho que tenemos los ciudadanos, mayores de edad, pero
al mismo tiempo es un deber que cada uno tenemos para con la
sociedad, y si queremos que se nos reconozcan nuestros
derechos, cuando menos, tendremos que cumplir con ese deber.
El domingo, por la mañana, como por otra parte cada domingo,
salí pronto de casa, y en esta ocasión lo primero que hice
fue acercarme al colegio electoral en el que debía depositar
mi sufragio.
No había grandes colas, pero sí había cierto movimiento que
indicaba que las personas quieren participar, cuando se les
necesita.
Y lo que más me llamó la atención es que, además de personas
mayores, había gente joven de no más de 20 años, que
posiblemente era la primera vez que iban a deposita su voto
en las urnas.
A estos jóvenes, aunque los haya pasotas, también les
empiezan a interesar las cosas de sus alrededores y más de
uno se detuvo para votar antes de ir a hacer deporte como
cada domingo por la mañana.
Y yo, que como he dicho madrugué, no pude por menos de
volver la vista hacia atrás y fijarme en un 14 de diciembre
de 1966. Era la primera vez que yo veía algo así como son
unas elecciones, mejor dicho aquello fue un referéndum que
se sacó Franco de la manga y que toda la propaganda, mucha,
por cierto, decía: VOTA SÍ.
Con las ganas me quedé, creo que ya estudiaba tercer curso
en la Universidad de Salamanca, pero la mayoría de edad
entonces, creo que los 23 años para los hombres, no me
permitió votar. Se nota que no había cumplido esa edad.
Tendría que esperar todavía otros 11 años más. Media vida y
sin derechos de ese tipo, hasta que un 15 de junio de 1977
Adolfo Suárez había cumplido su primera promesa, hecha once
meses antes y ahí es cuando voté por primera vez. Para
entonces llevaba ya unos cuantos años dando clase como
profesor.
Después ..., no hubo una sola elección en la que no haya ido
a votar, incluso, recuerdo que en 1979, que ya estaba yo
aquí en Ceuta tuve que ir y fui con gusto a votar a Badajoz,
mi antigua residencia.
Lo que nunca se demostrará es si la masiva participación
indica más fortaleza o menos en la democracia, y digo esto
porque Alemania, que tiene una democracia asentada, no suele
concurrir masivamente. Tal vez porque confía demasiado en
todos los que se presentan sean del grupo que sean.
Italia, por el contrario, ha habido veces que tuvo altos
porcentajes de participación y sus gobiernos rara vez
cumplen el tiempo normal, sino que suelen tener una duración
efímera.
Aquí, quitando épocas de decepción, la participación suele
rondar el 70%, una alta participación, pues, y ya dije hace
pocos días, en esta misma columna, que salvo las dos
legislaturas de Aznar y la de Zapatero, ninguna otra cumplió
los cuatro años establecidos.
No voy a hablar de resultados y no lo voy a hacer porque
aquí ha votado libremente quien ha querido y lo que ha
querido, por consiguiente es la voz del pueblo que todos
tenemos que respetar.
Ahora lo que hace falta es que con los resultados obtenidos
todas las fuerzas democráticas aúnen esfuerzos para
solventar los problemas más acuciantes que hay y los que
vayan surgiendo.
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