A lgunos en el Príncipe no conocen lo que es la democracía,
porque ni siquieran saben hablar correctamente el
castellano. Eso sí, una vez cada dos años, comprenden que si
depositan unos papeles en unas urnas ganan un bocadillo, un
euro o la promesa incierta o fantasmal de un puesto de
trabajo.
El caciquismo en el Príncipe es algo que se huele en la
calle, igual que se huele el hachís en los cafetines que lo
dispensan. Ambas prácticas están prohibidas por la Ley, pero
también la Constitución dice que todos los españoles tienen
derecho a un trabajo y una vivienda digna y algunos duermen
debajo de cartones.
Dos hombres entran a la una del mediodía en el Polifuncional
del Príncipe, uno sigue al otro. Llaman la atención por ser
los dos enjutos y sonrientemente desdentados. Al pasar, uno
de ellos saluda a un interventor del PP y éste le devuelve
el saludo. “Aquí traigo otro cliente”, dice.
“¿Cliente?”, pregunto al interventor. “Este se arrima al sol
que más calienta”, contesta, “les da un euro o cualquier
cosa...”.
Osea: caciquismo. Así, delante de los interventores, la
Guardia Civil... como una práctica habitual en el Príncipe.
El hombre de faz morena, con gorra roja que agrupa en la
nuca una larga melena rizada, espera sonriente en la cola.
No tienen ninguna papeleta en la mano. El otro no está.
Un minuto después sale de una cabina; sonriente también, con
un sobre para el Senado y otro para el Congreso. Se los da a
su cliente. Diente sí, diente no. Un poco de conversación y
marcha. Le deja en la fila, siempre sonriente.
Sale a la calle, yo también. Le sigo con la vista y a unos
50 metros, en una parada de autobús, se detiene a hablar con
dos personas de aspecto humilde, no tanto como el hombre
desdentado que debía estar ya a punto de participar de la
democracia.
No consigue convencerles y marcha. Me acerco a la parada y
pregunto. Sin duda, deben pensar que soy policía, porque me
responden que ha ido a comprar un bocadillo. “¿Sólo eso?”,
cuestionó. Nadie responde.
Mientras, el hombre de la gorra roja y grasienta melena
rizada deposita su voto. No sé a quién votaría. Tampoco él
lo sabe.
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