Estoy de viaje, una constante que
parece ser habitual en mi nueva situación de jubilado
parcial. Precisamente cuando estoy de viaje me entero de dos
noticias sumamente desagradables: asesinato a sangre fría
del ex edil socialista Isaías Carrasco y descubrimiento del
cadáver de la niña Mari Luz. Mi mujer, que me acompaña,
rompe a llorar al conocer el desenlace del caso de la niña
onubense y yo me cabreo bastante por la estupidez humana,
sobre todo por esos asesinos miserables que com-ponen la
banda terrorista ETA. Para mí, y creo que para todos Vds.,
no es una banda terrorista, es una banda de criminales
comunes por cuanto no puede ni podrá representar jamás al
pueblo vasco bajo ningún concepto.
Las advertencias de Pérez Rubalcaba se confirmaron y pese a
desplegar un formidable equipo de las fuerzas de seguridad
del Estado es totalmente imposible prevenir una desgracia.
Simplemente porque no es posible poner un policía con cada
ciudadano. Tendría que haber 22 millones de policías y ello
implicaría la ruina del Estado.
El asesinato de Isaías Carrasco conlleva una serie de
factores que demuestran la errónea inter-pretación que hacen
los dirigentes del PP en relación al supuesto favoritismo
del los socialistas con los etarras. Hace, el miserable
atentado, trizas la teoría de los peperos…, incluyendo la
“rareza” que se expresa en que todos los atentados de los
últimos meses sean contra los socialistas.
Hoy, por el sábado, es jornada de reflexión para los
políticos candidatos a algo a través de nues-tros votos y
sin embargo se transforma en una jornada de reflexión para
todos nosotros, los ciudada-nos de a pie, que no
participamos como políticos activos pero sí pasivos, por
nuestra participación con nuestros votos. Una jornada de
reflexión en la que debemos meditar sobre el carácter
violento de los humanos en general, analizar profundamente
el por qué de esas actuaciones criminales a todos los
niveles y no sólo al nivel político, sino en general.
Preguntarnos cómo podremos evitar toda esa espiral de
violencia y encontrar una solución efectiva para ello.
El problema está en que, cada vez más, se asume un pasotismo
influenciado por las repetidas matanzas de seres humanos a
manos de quienes se creen que son los defensores de la
civilización, cuando en realidad sólo tienen comparación con
las bandas de asesinos organizados. Un día sí y otro también
recibimos las noticias de la matanza de decenas de personas
humanas, sobre todo mu-jeres y niños, con una escalofriante
frialdad, como si ello no fuera con nosotros. Lamentable
tenden-cia al endurecimiento del corazón humano.
Lamentablemente, el PP siguen insistiendo en que los
partidos deben subrayar un acuerdo en el que conste la
propuesta de no negociar nunca más con ETA, esa muestra de
cinismo se la pueden guardar muy bien en su ya caduco arcón
de propuestas obsoletas. ¿Por qué no suscribieron, cuando
gobernaron durante dos legislaturas un documento que
obligaría a no negociar con ETA? ¿Por qué no lo hicieron
inmediatamente después de que Aznar sufriera un atentado?
Esa huída hacia adelante que representa esa insistencia
sobre la no negociación no es más que una de las muchas
maneras de desviar la atención sobre aquel fracaso de la
teoría de la conspiración y el no haber podido evitar el
tremendo desastre que supuso el horrible atentado del 11-M.
A estas horas, en que escribo el presente artículo, ignoro
la situación de los sondeos relativos a las intenciones de
voto a pie de urna. En Málaga, donde estoy ahora, el
ambiente es un poco tenso debido principalmente al hallazgo
del cadáver de Mari Luz y en segundo lugar por el asesinato
del socialista. Sobre el primer caso sólo pueden subsistir
las teorías más o menos supuestas de lo que pudo haberle
pasado a la niña onubense, cuyo desenlace final depende de
la autopsia que se le haga, mientras que en el segundo caso
ya es muy clara la manera de cómo ocurrió y quién actuó, sin
lugar a dudas.
Todo queda en manos de los forenses que investigan uno y
otro caso. Lo principal es que de-seamos todos los españoles
que no vuelva a ocurrir ninguno de los dos casos, ni
siquiera que haya ocurrido por accidente, en el primer caso,
y que todos, sin excepción, estemos viviendo en un gran país
modelo de democracia y de convivencia, en un Estado de
Derecho y de Bienestar Social insupe-rable.
Tratar de meter más leña al fuego que arde en el inmenso
solar de un país que, en tiempos no tan lejanos, estaba
alejado de la realidad y donde Europa acababa en los
Pirineos, no hará otra cosa que quemarnos a todos,
democracia incluida, y con ello meternos de lleno en tiempos
de brumas y tinieblas espesas que a nada conduce y a mucho
destruye.
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