La noticia del asesinato por ETA
de un honrado y humilde obrero, Isaías Carrasco, ex concejal
del PSE en el pueblo vasco de Mondragón, me llegó a las
19.30 hora marroquí en medio de una concentración organizada
por el PJD (Partido de la Justicia y el Desarrollo,
islamistas moderados) frente a la mezquita aljama de Martil
en contra de las caricaturas del Profeta publicadas en
Holanda y, de paso, también del Estado de Israel. Eso
siempre vende y, a tenor de los resultados, convoca
increíblemente más adhesiones que las tradicionales
algaradas de los viernes contra las tarifas de la luz y el
agua de la empresa “Amendis”. Mientras rumiaba la amarga
noticia (la tradicional forma de “votar” de la cobarde y
asesina banda etarra), las llamas iban prendiendo en la
bandera israelí iluminando las entusiastas caras de los
manifestantes (en primera fila numerosas jóvenes y niños),
que gritaban con toda la fuerza de sus pulmones ¡”Alláh
Akbar, Allah Akbar…!”. Lejos, en Jerusalén, aun estaba
fresca la sangre de los seis jóvenes judíos recientemente
masacrados en su “Yhesivá” (escuela talmúdica). Al tenor de
lo que estaban viendo mis ojos, pienso que si un día amanece
la paz entre ambos pueblos martirizados (el israelí y el
palestino) va a ser muy difícil convencer de la misma a
niños como los que el viernes, en Martil, coreaban eslóganes
contra el jurado enemigo eterno, la “entidad sionista”…
Nunca viví en el otro lado, en Israel, el cultivo de ese
irresponsable río de odio con el que los islamistas de todo
tipo “educan”, desde la más tierna infancia, a su
descendencia. ¿Puede luego extrañar el comportamiento de
muchos de éstos, ya alcanzada cierta edad…?
Enfilando esta mañana la carretera reflexionaba sobre el
“reparto de papeles” publicado por el diario “Al Ayam” (Los
Días) del pasado jueves, quien dedicaba buena parte de sus
páginas a pasar revista a los programas de los partidos
políticos españoles en relación a Marruecos. Como el lector
sabe, vengo escribiendo desde hace tiempo del seguimiento y
especial atención que nuestro vecino país del sur (y tiene
toda lógica) viene haciendo de la campaña electoral
española, con un indisimulado apoyo oficial y oficioso al
PSOE y a Rodríguez Zapatero, plasmado incluso por el propio
rey Mohamed VI que no dudaba en decantarse en “Al Ayam” por
el candidato socialista si bien el presidente del Gobierno,
Abbas El Fassi, rompía una lanza por el candidato de la
derecha Mariano Rajoy; no en vano, fue el PP de Aznar (de la
mano de Gustavo Arístegui, con excelentes conexiones en el
entorno familiar de El Fassi) quien avaló en su momento la
adhesión del conservador y nacionalista “Istiqlal” a la
“Internacional Liberal”.
Este ambiente primaveral que luce para mañana solo se ha
visto empañado por el crimen (uno más en la larga lista) de
ETA, esa banda mafiosa con la que solo hay un camino: su
erradicación y derrota. Sobre la inocente sangre aun
caliente de Isaías, quien agonizó en brazos de su mujer y su
hija, solo hay una respuesta política responsable: el
relanzamiento del Pacto Antiterrorista roto, unilateralmente
y para nada, por el PSOE de Rodríguez Zapatero. Isaías
Carrasco, Fernando Múgica, Miguel Ángel Blanco… como las
casi mil víctimas de ETA, ¡somos todos!. Basta ya ¡y a por
ellos!.
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