La postura del ciudadano está
configurada, en teoría, para decidir libremente por sí mismo
para elegir a las personas que nos van a gobernar durante
cuatro años. En la práctica eso está muy lejos de la
realidad, porque la mayoría de los ciudadanos condicionan
sus votos a medida de que van siendo influenciados por los
políticos. Muchos utilizan el corazón y no la cabeza. Ello
confieren que prefieren votar a quienes se acercan más a su
propia tendencia, que conlleva el sentido de la posesión muy
arraigado en el caso de la derecha, que a las auténticas
razones de darle el voto a quién está en condiciones, hoy,
para llevar al país mejor.
Una salida del líder del PP, Mariano Rajoy Brey, quedará
enmarcada en el álbum de los despropósitos. Esa salida, que
más bien tiene dosis de humor que cosa seria, es la
declaración de que todo el suelo de España es urbanizable y
que si gana las elecciones lo hará realidad, realidad de
plantar 500 millones de árboles…, con ello, si gobierna,
dará pábulo a que los casos “Malaya” sean papel mojado y su
política de liberar el suelo es la misma que condujo a poner
la vivienda por las nubes. La liberación al estilo de los
peperos sólo servirá para aumentar el patrimonio de los
especuladores (cabezas de animales disecadas incluidas) y de
los bancos mediante la práctica de la única enfermedad para
la que no existe ni existirá vacuna alguna: la desmedida
ambición dineraria.
La repetida añoranza del antiguo gerente del Banco Mundial,
Rodrigo Rato, por parte de Mariano Rajoy Brey muestra a las
claras la derrota que sufrieron los peperos en el debate
entre Solbes y Pizarro. Ahora resulta que, para el PP,
Pizarro no vale nada. Tal vez sea un magnífico gestor de
empresas –por algo se embolsa tanto dinero- pero no es lo
mismo llevar las cuentas de un país.
Entre árboles y niñas no veo por dónde quiere conducir el
líder del PP la política española desde lo alto de la cúpula
gubernativa. ¿Qué quiere plantar 500 millones de árboles?,
muy bien, adelante, pero pregunto ¿servirán esos 500
millones de árboles para contentar a la gente y compensarla
por el par, la vivienda y sus hipotecas, lo caro de la cesta
de la compra, los inmigrantes, etc.?
En vez de prometer 500 millones de puestos de trabajo
promete árboles… como no sean árboles del dinero “apañaos”
estamos.
Lo de la informática, dejémoslo de lado porque preguntaría a
Mariano Rajoy Brey si sabe cuántos empresarios de
informática engrosan su partido. Como la informática es el
negocio del futuro… ¿Por qué no promete el líder pepero que
los ciudadanos de éste país tendrá ADSL gratuito? Con
exponer las ganancias de Telefónica y de las empresas
eléctricas, merced al uso de la informática precisamente,
vemos por dónde van los tiros. Todo ello aderezado de
contratos blindados para sus respectivos directivos, que
cuando cesan se quedan sin un céntimo de cara al gran
público, cuando la realidad es que cobran increíbles
indemnizaciones que sobran para mantener a su familia, si la
mantiene unida, hasta la quincuagésima generación.
Mariano Rajoy sostiene que para poder competir y vivir
mejor, el país necesita ciudadanos muy bien formados y que
estén en las primeras líneas de las nuevas tecnologías…
vamos a ver, ¿por qué no promete facilitar el acceso a las
universidades de TODOS LOS CIUDADANOS ESPAÑOLES sin
distinción de bolsillo?
Precisamente y hablando de educación, aparte de todo lo
referido al ambiente electoral a nivel nacional, quiero
hacer una pregunta a las autoridades locales acerca de los
colegios privados de la ciudad: ¿Cómo es posible que
aquellos colegios y academias concertadas que reciben
subvenciones (más que las escuelas públicas) cobren a los
padres de los alumnos cantidades, que sobrepasan muchos
presupuestos familiares, por dar clases a sus hijos?
¿Cómo es posible que existan en la ciudad maestros, de clara
tendencia hacia determinada política, que abuse de su
condición para lavar el “coco” a sus alumnos? Se supone que
en un país democrático los maestros deben mantenerse al
margen de la política y no hacer proselitismo, ni aún
escribiendo artículos. Y encima dicen estar en contra de la
asignatura de Educación para la Ciudadanía, si no paran de
usarla a todas horas. ¡Qué ciudad!
Por si os parece poco, queridos e hipotéticos lectores, la
niña de Mariano Rajoy puede ser o no lesbiana, puede ser o
no republicana, puede ser o no atea, puede ser o no de
tendencia “roja”… pero lo seguro es que si Mariano Rajoy
llega a ser presidente, esa niña se vea forzosamente
obligada a ser heterosexual (o meterse de nuevo en el
armario), monárquica por obligación, católica por imposición
y del Partido Popular por cojones, aunque no los tenga. Y si
es inmigrante… ¡con contrato bajo el brazo!
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