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OPINIÓN - VIERNES, 7 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La central lechera
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Tiene el don de la ubicuidad. Está presente en todos los medios, todos los días, y a todas horas, desde que decidió colgar el uniforme de revolucionario de pacotilla. Lo recuerdo tratando de reventarme una tertulia en un pub que yo regentaba, allá cuando los ochenta estaban tomando cuerpo.

Cuando irrumpió en el local y subió las escaleras que daban acceso a la planta donde transcurría el acto cultural que allí se celebraba, lo confundí con alguien dedicado a menesteres de poca monta. Nunca antes lo había visto. Iba vestido con desaliño estudiado. Y lo acompañaba otro individuo que decía ser su hermano de sangre.

Ricardo Muñoz estaba en posesión de la palabra, cuando se vio interrumpido de manera brusca y fue objeto de burlas por parte de quien se había convertido ya en un agitador de andar por casa. Acudí presto al quite y conseguí que abandonara el local a paso de legionario. Los contertulios me hablaron de él y me dijeron que solía despachar copas en el negocio de su amigo del alma. O de sangre.

Transcurrido un tiempo, tuve la oportunidad de entablar relaciones con el amigo de Juan Luis Aróstegui. Y, claro, me pude ir enterando de cómo era éste a través del conocimiento de quien lo usaba para que le pusiera voz a sus deseos de abrirse camino en una política donde los dineros estaban al alcance de los más listos. O de los menos escrupulosos.

En mis conversaciones con el amigo fraternal de Aróstegui, conocí a empresarios que eran magnánimos con la causa. Porque se les vendía que estaban ante un personaje que iba a romper moldes en la política local. Que había que invertir en él. Luego, mire usted, llegaban las elecciones y el candidato más inteligente de Ceuta perdía incluso ante quien regalaba utensilios de cocina para hacerse el artículo. Y el amigo del alma, o de sangre, de Aróstegui, bramaba contra él por haber dilapidado una fortuna en la campaña electoral. ¡Qué pena de dinero invertido en un tipo que ha nacido perdedor desde que su madre lo trajo al mundo!... Exclamaba el amigo de marras.

Eso sí, tuvieron ambos la oportunidad de disfrutar de un periodo de tiempo donde la actividad política les fue favorable en varios aspectos. Aunque no pudieron evitar que Ceuta perdiera su Caja de Ahorros. A ver si es posible que alguien, del actual gobierno, meta las narices en todos los expedientes firmados por Aróstegui cuando era concejal de Hacienda. Mas bien para conocer la enorme gestión que hizo en puesto tan clave del municipio. La pena es que no pudiera realizar, en su momento, su gran obra: la construcción de una central lechera en los montes de Benzú. Lo sé porque, un día, el amigo de Aróstegui me llevó al lugar elegido para convertirlo en un emporio de leche despasteurizada. Y me enseñó la primera vaca del proyecto que andaba por allí ramoneando. Lo que más me agradó fue comprobar la vistosidad del chamizo que servía para banco de pruebas.

Pues bien, de aquel político acaparador de éxitos en su gestión, sólo me cabe decir que no entiendo las razones que tienen los ciudadanos para no votarle. Es persona independiente y, por tanto, tiene ganada fama de no haberse vendido nunca. Todo lo contrario que Juan Vivas: éste, mal influenciado, terminará siendo culpable de que algunos técnicos del Ayuntamiento, atiborrados de tranquilizantes –según dice Aróstegui-, terminen suicidándose.
 

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