Fue la moderadora del segundo
debate entre Zapatero y Rajoy.
Desconozco los méritos contraídos por esta periodista para
moderar un debate de tanta trascendencia, pero tras el
debate, especialmente tras la primera parte, ha quedado
descalificada de por vida para cualquier evento de este
tipo.
Uno, y vamos a dejar de lado cuestiones partidistas,
entiende que, cuando se han pactado y se han aceptado unas
normas de intervención, esas normas hay que seguirlas a
rajatabla y para que eso sea así está el moderador, de lo
contrario serían los dos contendientes los que se pondrían
de acuerdo.
Olga Viza, posiblemente impresionada por la responsabilidad,
debió pensar :” en mi vida me he visto en tal aprieto”, y se
dejó escapar de las manos la dirección, moderación del
debate, cuando en repetidas ocasiones el representante del
PSOE entró a interrumpir en el tiempo de su oponente. Ahí
están las televisiones para volver a ver la desfachatez.
A Olga Viza la impresionaba estar “tuteando” al presidente
del Gobierno y en su subconsciente no se podía atrever a
decirle que en esos instantes no tenía que intervenir él.
Después de haber visto la moderación de los dos debates, uno
no puede hablar de credibilidad en la moderación, porque en
el primero de ellos el señor Campo Vidal, que ya hace tiempo
que dejó de asomarse a las pantallas, quiso estar “en la
boda y en el bautizo” dándose a sí mismo un protagonismo que
no tenía que tener. Con todo, posiblemente porque en ese
debate aún quedaba mucha campaña, ninguno de los dos
aspirantes a presidente del Gobierno se salió de las líneas
marcadas y Campo Vidal no tuvo que intervenir para decirle a
uno o al otro que estaban fuera de tiempo.
Y ahora, cuando ya ha pasado todo, cuando estamos a poco más
de 24 horas para el cierre de la campaña, mi apreciación
personal es que, afortunadamente, para el mundo
periodístico, hay profesionales de talla, solventes y con
categoría reconocida para llevar un debate, de una forma más
normal e imparcial.
Ocurre que periodistas de talla, como por ejemplo Matías
Prats, seguramente no aceptarían muchas de las componendas
que en este tipo de enfrentamientos se dan.
Nos falta un día y medio para cerrar la campaña electoral,
una campaña en la que ha habido de todo, con mítines
multitudinarios, con lleno hasta la bandera, en plazas de
toros y en polideportivos.
Cuando haya terminado todo, el domingo sobre las doce de la
noche, uno se habrá olvidado de casi todo lo de la campaña,
pero en la retina de todos quedará, sean de un partido o de
otro, la incapacidad –para bien o para mal- de Olga Viza en
la moderación de un debate trascendental.
A lo largo de los últimos días, por aquello de que hay a
quienes les gusta más el pasado que el futuro, hemos visto,
con colores añejos y rancios, imágenes de aquellos debates
que hubo entre Aznar y Felipe González. Las interpretaciones
sobre ellos ahora son totalmente distintas a las que en su
justo día dieron críticos de diversas tendencias, pero en el
fondo, tanto entonces como ahora siempre hubo dos
perspectivas, y depende del cristal con el que miraban, así
veían lo que había en el estrado.
Así han sido algunas cosas, así es como los hemos visto y lo
hemos vivido, especialmente en el último de los debates,
pero también en el de una semana antes, entonces sin Olga
Viza.
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