Como estaba anunciado, se llevó a
cabo el segundo y, por ahora, definitivo combate entre los
pesos pesados de la política española José Luís Rodríguez
Zapatero y Mariano Rajoy Brey. Y, dicha sea la verdad, nada
nuevo aportaron (o eso nos pareció a nosotros) a la
concurrencia que esperaba algo mas de ambos contendientes,
no solo la referencia a la guerra del Irak, los hospitales,
guarderías, kilómetros de autovías y de carreteras que se
van a construir, la informática que se va a implantar en los
colegios, o sea, propuestas de futuro, por una parte y, por
la otra, las subidas del precio del pan, de la leche, del
pollo, los huevos, las hipotecas o el incremento del paro,
el “efecto llamada” por la regularización de inmigrantes,
etc. Eso sí, se tiraron los contendientes a la cara unos
cuantas decenas de muertos producto del terrorismo, el que
llaman islámico o del otro.
Bien es verdad que, aunque ambos contendientes no emplearon
una técnica muy depurada en el desarrollo de este combate,
si se vieron algunos destellos de “clase” pugilista por
parte de Rajoy, aspirante al titulo de la presidencia del
gobierno, que atacó por los flancos (vivienda, educación –a
la cola de Europa según dicen los organismos
internacionales-, desorden provocado por la inmigración
ilegal, en seguridad importamos delincuentes en bandas
organizadas muy violentas, mientras su oponente se
entretenía, según comentaba, en organizar la Alianza de
Civilizaciones, Memoria Histórica y otras cuestiones. Ha
hecho dos cosas, y las dos hechas mal: La estructura de
España y los tratos con ETA. Ha querido modificar por su
cuenta el modelo de Estado y ha querido negociar con los
terroristas, también por su cuenta, sin contar con el apoyo
del respetable, necesitando mentir a los españoles sobre lo
que estaba haciendo (golpes ya propinados en el anterior
combate y que en este repetía).
En el defensor del título Rodríguez Zapatero, observamos una
guardia muy cerrada y acciones marrulleras (constantes
interrupciones) que impedían la penetración de los golpes de
su oponente y así expuso que los espectadores podrán
contrastar proyectos políticos bien diferentes que están en
pleno desarrollo para la consecución de una España prospera
y decente (empleo femenino, incremento de pensiones, Ley de
Igualdad, Ley de Dependencia, dialogo social sin huelgas,
apoyo a los mas necesitados con una mejor Sanidad Pública,
la Enseñanza, etc.). Zapatero nos pareció a aquel campeón
europeo de los pesos gallos, Luis Romero, que tenía siempre
la habilidad de quedar, antes de que sonara el gong de cada
asalto, junto a su banquillo, para así aprovechar las
décimas de segundo que su oponente tenía que emplear en
llegar al suyo.
Luego sacaron los “púgiles” a relucir lo que podíamos llamar
el “juego de piernas”, es decir, fintas de lo que se debe
hacer o se ha hecho mal en el período comprendido entre los
cuatro años de mandato del gobierno socialista (según el
aspirante) y lo que se ha hecho o se va a hacer a veinte
años vista. Incluso oímos alguna que otra propuesta de lo
aquí en Ceuta llamamos “pegotada” como el “abastecimiento en
vuelo” (¿), por parte del poseedor del título. No se hizo
alusión alguna ni en ésta ni en la anterior “pelea” a la
actividad deportiva (que tantos millones de españoles
siguen) ni a lo que de repercusión mundial y beneficios
económicos puede suponer para la Comunidad de Madrid la
celebración de unas Olimpiadas.
La despedida no tuvo nada de original, aparte de la petición
por ambos púgiles de que los españoles les demos el voto en
las próximas elecciones, pues el uno dijo adiós con un
recuerdo a la “niña de sus ojos” y, el otro, nos dio, como
los de la ONCE, las “buenas noches y buena suerte” -le faltó
indicar el número que tocó ese día-.
El resultado del combate no podemos ofrecerlo porque
entidades mas autorizadas que nosotros los han divulgado
suficientemente (algunas han dado vencedor a Rajoy por el
98,8 % y, otras, la mayoría, le dan perdedor inclusive con
el 69´8 % de los votos. ¿Podemos nosotros competir con estas
informaciones?.
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