Dos días después de las elecciones
vendrá el maldito aniversario del 11-M, la masacre
terrorista que nunca debió suceder. No sé si ustedes se
acuerdan, pero un buen número de los imputados eran
confidentes de los servicios de seguridad del Estado;
tampoco sé si caen en ello, pero parece que un infiltrado
(para mí un típico agente doble, el imám de Villaverde
apodado “Cartagena”) trabajaba tanto para los servicios de
seguridad de Marruecos como para los de España (¿o a lo
mejor, en el fondo, solo para uno?) y algo había advertido
sobre lo que se preparaba… Ignoro finalmente si los amables
y atentos lectores se acuerdan de que, pocos días antes del
atentado que sacudió los pilares del Estado (de acá para
ahora, tampoco sé si lo han notado, ¡cuántas cosas han
cambiado!, ¿verdad?) y la estructura sociopolítica pactada
en la Transición, los confidentes metidos a terroristas
vieron relajados los controles de seguimiento de que eran
objeto. Cuando menos curioso, ¿no creen?. Claro, si escribo
este largo “introito” es para enfatizar que el famoso
Abdelkader Belliraj, cuya red terrorista fue desmantelada en
una brillante operación por los servicios de seguridad de
Marruecos en los últimos días, había trabajado durante
muchos años -según informa la prensa de Bélgica y Holanda-
como informador de la seguridad del Estado belga. ¿Empieza a
sonarles la cosa, no?.
Efectivamente, varias cadenas de televisión, el diario belga
“La Dernière Heure” y el holandés “Standard” afirman,
citando fuentes policiales y siguiendo las noticias de la
agencia de prensa oficial de Bruxelas, que el famoso
terrorista belga-marroquí, natural de Nador, habría sido un
infiltrado de diferentes servicios de inteligencia
occidentales, lo que no habría sido óbice para que en un
estudiado doble juego cometiera varios asesinatos en Bélgica
entre 1986 y 1989, dirigiera millonarias operaciones de
blanqueo de dinero y organizara la entrada de armamento en
Marruecos, entre otras misiones ordenadas en parte por el
número dos de “Al-Qaïda”, Al-Zawahiri, con quien se habría
reunido al menos durante el año 2001 en Afganistán. El
citado medio “La Dernière Heure” se interrogaba: “¿Cómo es
que la Seguridad belga ha podido reclutar y remunerar a un
asesino de Al-Qaïda activo en Bélgica, con sangre en las
manos, desde hace veinte años?”. ¡Todavía hace dos años, en
2005, Belliraj viajaba hasta Argelia para encontrarse con el
antiguo GSPC! (Grupo Salafista para la Predicación y el
Combate).
¿Ineficacia policial?; ¿negligencias de grueso calibre?; ¿o
acaso alguien ha ido, sistemáticamente, cerrando los
ojos….?. En Marruecos se perfilan ya dos líneas en la
defensa de los detenidos: por un lado, los políticos
presuntamente implicados se están viendo arropados, mientras
Belliraj y los suyos están cayendo en el ostracismo; nadie
da un “dirham” por ellos. La CIA creyó infiltrar a Osama Ben
Laden; Israel a “Hamás”; Hassan II a Mouti y su “Chabiba
Islamiya” creada, con el apoyo de los servicios marroquíes
para controlar a la izquierda, en 1969; los belgas al tal
Belliraj, mientras en España…. y en Ceuta, ciudad querida….
¡qué más les voy a decir!. ¿Quién infiltra a quién?. El
terrorismo islamista no es el GRAPO ni, menos aun, ETA….
Mucho me temo que aquí enfrente, en el Rif, ha crecido una
hidra terrorista con varias cabezas.
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