Desde que el poeta y periodista
nicaragüense, Rubén Dario, selló aquello de que “sin la
mujer, la vida es pura prosa”, nada es igual y todo es
análogo. Lo cierto es que si ahorcásemos la
complementariedad innata de acoger y donarse entre mujer y
hombre, u hombre y mujer, se perdería la amorosa creatividad
poética de la propia vida y hasta la mismísima creación se
derrumbaría por la soledad de no sentirse ni acogido ni
donado. Necesitamos de ese amor que ellas crean, y en el que
ellos se recrean, o viceversa.
Por ello, veo con buenos ojos, el que por cuarto año
consecutivo se celebre, con motivo del Día Internacional de
la Mujer, el 8 de marzo, el Festival “Ellas crean”, en el
que participan diversas Instituciones. El Ministerio de
Cultura se une una vez más a esta celebración con la
organización de varias actividades. Destacar la aportación
femenina a las diferentes expresiones artísticas es tan
justo como necesario, en un mundo cruel que aún no cultiva
lo de donarse y acoger, lo de acoger y donarse, a cambio de
nada.
Con razón suele decirse que el ser humano no puede soportar
vivir solo, suele sentirse mejor siempre en la unidad de
dos, eso es algo que salta a la vista y que se percibe por
la necesidad de vivir en pareja. Es algo que lo pide el alma
y el cuerpo. La dualidad está presente como manantial de
fertilidad, como fuente de belleza, donde el trabajo creador
del hombre y la maternidad creativa de la mujer, confluye en
un poema perfecto jamás escrito, pero que ahí está, perenne
en el tiempo.
En es pareo de géneros nadie ha de ser más que nadie para
que la poesía se injerte de amor. Todavía, por desgracia, en
este inseguro siglo plagado de esclavitudes, de poderes
destructores que divorcian la dualidad, a las mujeres se les
sublima o se les subordina por intereses de marcado mercado
machista. Los efectos ahí están: mujeres objeto,
desvaloradas, encogidas y dominadas, unas veces por una
sociedad insensible y otras rebajadas por sí mismas.
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