Me estoy volviendo paranoico de
tanta violencia desatada a lo largo y ancho del país que me
temo nos volvamos pasotas con tanta muerte, como ocurre
cuando mueren cientos de humanos en las crueles matanzas con
denominación de guerras.
La espiral de violencia que se está incrementando, no ya la
violencia doméstica en sí sino toda clase de violencia, debe
ser cortada de una vez por todas con medidas que conlleven
auténticas soluciones.
Nuestros políticos aseguran que acabarán con la violencia de
género anunciando más policías y más nuevas leyes… todo ello
en falso porque seguirán condenadas a morir cada año un buen
número de mujeres a manos de su pareja. Pasará siempre
porque sabemos que si hasta ahora ninguna ley divina ni
terrestre ha conseguido erradicar los asesinatos y
homicidios… ¿cómo quieren engañarnos nuestros políticos de
que tiene la llave que cerrará esa espiral de violencia?
Aún seguirán muchas mujeres sin denunciar los malos tratos
que reciben de sus respectivas parejas, tal vez llevadas por
el sentimiento que tienen con la esperanza y la nostalgia de
que todo volverá a su cauce y con ello perdona una y otra
vez a su maltratador, aunque muchas no lo hacen simplemente
por miedo.
Desde luego que todo crimen es execrable en grado sumo, sea
o no producto de la violencia doméstica, y todos son
imprevisibles porque, por desgracia, en nuestro sistema de
las fuerzas de seguridad, ni en ninguno en el mundo, no
existe ni un solo adivino que pueda prevenir determinado
acto con tiempo.
También sería conveniente la educación a la ciudadanía
acerca de los temas sentimentales, de erradicar el
sentimiento de posesión personal que pudo haber sido
consentido al principio y que se transforma en un trauma
pos-afectivo que duele el doble. Sería conveniente enseñar
las formas y modos de llevar una separación que no implique
el mencionado trauma y que puede llevar, dependiendo del
grado de inteligencia de la pareja, a cometer un crimen.
Los sistemas judiciales relacionados con las separaciones y
divorcios abusan de un criterio fijo contra uno de los
miembros componentes de la pareja en pleito y esto conlleva
que llegue el afectado a su máximo grado de rabia que lo
transforma en un animal irracional, lo implica un
pensamiento en cadena por destruir al otro.
Debe existir una solución que consiga un apaciguamiento de
los estados de excitación y rabia que provocan determinadas
sentencias. Aunque yo considero totalmente condenable a
cualquier maltratador, existe un punto que debemos
considerar, no ya a favor de tal o cual maltratador sino
para comprender un mínimo de esa actitud que provoca un
trágico final.
Piensen un poco, por ejemplo en el caso de un padre de
familia que se sacrifica todos los días del año para llevar
el bienestar a su casa; esfuerzos humanos para conseguir una
vivienda digna, un entorno social más o menos agradable pero
ya asentado en las vidas de esa familia… de pronto se entera
de que su mujer lo ha estado engañando muchos años y encima
cuando la mujer se da cuenta de que su marido lo sabe le
pide la separación. Hasta ahí todo normal, más o menos, pero
luego viene el juicio donde sentencian que todo pasa a manos
de la mujer: casa y pensión. El hombre a la calle con lo
puesto, perdiendo su familia y el piso comprado con el sudor
de su frente durante largos años y el amante de la mujer
ocupándolo alegremente sin haberse gastado ni un céntimo…
¿cómo esperan que reaccione? Peor cuando llegan a una edad
que no tiene vuelta de hoja.
Yo estoy a favor de una justicia realmente ecuánime y justa:
si el marido es el provocador de la separación o si ella es
la culpable de la ruptura, que reciban cada uno la sentencia
que realmente corresponda por sus actos. Para algo debe
existir una Ley de la Igualdad, pero para todos, no para
determinado género. Lo malo es que siempre salen perdiendo
los hijos…
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