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OPINIÓN - SÁBADO, 1 DE MARZO DE 2008

 
OPINIÓN / EL 9-M DESDE MARRUECOS

Los próximos cinco años con España

Por Mohamed Larbi Mesari


Cuando el Partido Popular (PP) abandonó el poder en marzo de 2004, siguió representando a una fuerza muy a tener en cuenta, ya que había obtenido no menos de 9,5 millones de votos. El Partido Socialista (PSOE) subió al poder gracias a una mayoría relativa, con 164 escaños en el parlamento, mientras que el PP había obtenido 148.

Las elecciones locales del 27 de mayo del año pasado demostraron que el empate técnico entre los dos grandes partidos sigue vigente, es más, un ligero traspaso, pero evidente, ha tenido lugar a favor del PP. Éste último obtuvo el 35,64% de los votos, es decir, en números absolutos, 7.909.000 votos, mientras que el PSOE obtuvo un 34,94%, en números absolutos 7.752.000 votos.

En la última encuesta de opinión realizada por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), se ha confirmado que la diferencia entre las posibilidades del partido en el poder y el gran partido de la oposición ha disminuido hasta 1,10 puntos. Es decir, cada uno de los dos partidos tiene una fortísima presencia, que hace difícil augurar si nos vamos a encontrar de nuevo ante Zapatero o ante Rajoy, líder del PP.

Sin embargo, una ligera esperanza invadió a los socialistas justo antes del comienzo oficial de la campaña electoral, al vencer el actual ministro de hacienda, Solbes, que tiene rango de vicepresidente del gobierno, a Pizarro, segundo hombre del PP y futuro titular de Hacienda, en el enfrentamiento televisivo entre ambos sobre temas económicos.

A pesar de que la campaña y los programas electorales están centrados en asuntos internos, la cuestión marroquí, de una u otra manera, está presente en el debate político interno español. Hay enfrentamientos permanentes en el Parlamento, en la prensa y en los planteamientos políticos de los partidos y de diferentes grupos de presión, teniendo como eje Marruecos. Eso persiste sin interrupción, con o sin motivo, incluso cuando el tema no tiene relación directa con Marruecos.

Pero se ha impuesto, en los últimos meses, una situación extraña, y es que los dos grandes partidos, el socialista y el popular, han coincidido en expresar posiciones positivas con relación a Marruecos, cuando lo normal es que cada uno de ellos exprese una posición contraria a la del otro.

Siempre ha sido así en relación al problema del Sáhara. Durante las dos legislaturas del PP, el PSOE puso en marcha iniciativas políticas en el Parlamento que tenían como meta denunciar que el gobierno derechista se había desentendido de la cuestión del Sáhara, mientras que el PP, cuando estuvo antes de estas dos legislaturas en la oposición, no dejaba pasar ninguna ocasión para difamar al gobierno del PSOE por desentenderse de la cuestión del Sáhara. Este tema es precisamente el eje permanente utilizado por el partido que está en la oposición para poner en situaciones difíciles al que está en el gobierno y lo que ocurre siempre es que el partido que denuncia se vuelve más responsable cuando llega a La Moncloa.

Así, los dos partidos, el del poder y el de la oposición, que se oponen generalmente en la cuestión marroquí, han competido, durante las últimas elecciones marroquíes, para expresar posiciones amistosas para con Marruecos. Después de unas claras alabanzas por parte del ministro de Exteriores, Moratinos, sobre las condiciones en que se realizaron las elecciones marroquíes, se presentó en Marruecos, en cuanto se anunciaron los resultados, el diputado Gustavo de Arístegui, portavoz del PP en la comisión de asuntos exteriores en las Cortes (y posiblemente próximo ministro de exteriores) para llevar a cabo conversaciones directas con los cinco partidos políticos marroquíes con más diputados. Dijo a la prensa aquí, que las buenas relaciones con Marruecos, para España, son una cuestión de Estado y no exclusividad de ningún partido. Lo que significa que el PSOE no monopoliza la amistad con Marruecos.

En esa ocasión, hizo declaraciones amistosas al hablar de diferentes cuestiones marroquíes, entre ellas la del Sáhara. Y eso no es extraño, viniendo precisamente de él. Entre otras cosas, dijo que la solución no debía ser ni una integración completa ni una independencia completa. La semana pasada ha vuelto a criticar al gobierno por haber elegido un mal momento para la visita del rey Juan Carlos a Ceuta y por haber hecho creer que había recibido garantías por parte de Marruecos.

No debemos olvidar que el PP, a pesar de los grandes vaivenes de su política con Marruecos, sobre todo durante su segunda legislatura, de 2000 a 2004, y en particular el enfrentamiento relativo a la isla Perejil, llevó las cosas al final hacia un importante apaciguamiento entre los dos países. Y cuando llegó el gobierno de Zapatero, en abril de 2004, había una buena base para empezar un camino común, en el marco de una intensa cooperación política y económica, que se hizo más profundo gracias al talante aperturista que el presidente Zapatero, personalmente, imprimió a las relaciones bilaterales, dándoles fluidez, naturalidad, confianza e incluso respeto mutuo. Algo de lo que carecían antes.

Es importante mencionar que las tendencias de la izquierda están molestas por las posiciones del PSOE para con Marruecos. Es más, las bases del partido han publicado 26 mociones en un año y medio denunciando la capitulación del gobierno de Zapatero ante los dictados (así de claro) del gobierno reaccionario de Marruecos. En un estudio publicado en este marco por la institución de investigación que dirige Aznar se lee que el gobierno sólo puede satisfacer y reforzar a Marruecos, lo que le evita tener que satisfacer las reivindicaciones del pueblo saharaui.

La visita Real


Ante la agudización de la crisis con ocasión de la visita realizada los días 5 y 6 de noviembre de 2007 por el rey Juan Carlos a las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla, las relaciones bilaterales en los próximos cinco años dependerán de la capacidad de limitar las diferencias sobre las dos ciudades en un determinado periodo. Sea socialista o popular el partido gobernante después de marzo, no se esperan grandes divergencias sobre Ceuta y Melilla y los demás temas de conflicto o de cooperación, en particular sobre los asuntos esenciales desde el punto de vista estratégico.

Y cualquiera que sea la intensidad de los planteamientos conflictivos, entre ellos la situación en las dos ciudades ocupadas y las islas, Madrid y Rabat, ante la interdependencia de los expedientes, deberán realizar esfuerzos más grandes que en el pasado para controlar la marcha de estos asuntos y hacer que las relaciones permitan soportar la continuación de las divergencias, apaciguar las tensiones y continuar intercambios ventajosos en los capítulos en los que ha habido acuerdos, como la cooperación económica, la inmigración y el Sáhara.

Contrariamente al pasado, hay una inclinación de los dos partidos a defender las buenas relaciones con Marruecos. El sábado pasado, sin ir más lejos, la ponente de asuntos exteriores del PSOE, la señora Valenciano, criticó el punto del programa del PP en el que pretende dar prioridad a las relaciones con América Latina y Marruecos, diciendo que las prioridades del PP, mientras estuvo en el poder, fueron las de defender la política de Bush y dejar de aumentar la cooperación con el tercer mundo, contrariamente a la política de Zapatero.
 

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