Es la nueva lacra que afecta, ¡¡Y
de qué manera!!, a la sociedad de nuestros días.
Cuatro mujeres asesinadas el pasado martes, otras dos
heridas gravemente el miércoles y, mientras tanto, una
campaña electoral que se muestra tibia con este asunto.
La pregunta primera que nos podemos hacer ahora mismo es
¿Tanto ha cambiado la sociedad, para llegar a estos extremos
que estamos llegando?. La sociedad, desde luego, ha cambiado
y mucho, en los últimos treinta años, pero para llegar a
esta barbarie tienen que haberse dado otras cosas que ni
comprendo, ni me gustaría abordar nunca.
Es cierto que hoy, en una sociedad de consumo bestial, se
han perdido los valores básicos de la sociedad. Es más
cierto, todavía, que las relaciones en las parejas parecen
buscar un único fin, sin ver lo que hay un poco más allá, y
es cierto, también, que ahora se conocen al instante todas
las canalladas que se vienen produciendo, en este o en otros
asuntos.
Con todo, no debemos dejar de lado el tratamiento que las
leyes están dando a este tipo de situaciones, que han cogido
a los legisladores a contrapié y que, cuando se han dado
cuenta, ha superado el problema a las posibles soluciones.
Es de vergüenza, no puedo decir otra cosa, que en casos de
claro conocimiento de agresiones, repetidas, a un individuo
se le marquen unos límites de 500 metros sin poderse acercar
al local de su ex y digo que es de vergüenza porque el
desalmado que ha venido actuando así, a las primeras de
cambio, va a romper esa barrera de los 500, 300 o mil metros
y va a seguir con las agresiones o con lo peor.
Unas leyes flexibles pueden hacer llevar una convivencia,
cuando las personas son capaces de respetar esa
flexibilidad, pero unas leyes serias y justas, hacen que
quienes traspasen la línea de lo permitido a lo no
permitido, tengan que pagar y de verdad por su error. Y con
esto no se puede jugar.
Con situaciones de este tipo se está ennegreciendo, cada día
más, la sociedad y estamos entrando en una situación de
falta de respeto y de barbarie, por barbarie.
No sé si el cruce de culturas que estamos experimentando,
tendrá algo o mucho que ver con esta situación, pero en
pocos años hemos pasado de aquel “la maté porque era mía”,
condenable en todo momento, a una situación en la que ya, en
lo que va de año han muerto a manos de sus ex casi una
veintena de mujeres.
Estos días oímos, a cada instante, el cruce de acusaciones
entre los partidos políticos y con la célebre respuesta de
“y tú más”, pero nada más terminar el proceso electoral, y
sin siglas partidistas de por medio, urge una legislación
contundente para cortar, de raíz, este problema. Repito, un
problema que está desbordando a toda la sociedad que se
encuentra incapaz de poderlos atajar.
Porque ¿Quién se atreve a denunciar unos “presuntos” malos
tratos o agresiones, por lo que está oyendo desde su casa
respecto a los vecinos de al lado? Prácticamente nadie,
porque frenar no va a frenar mucho y posiblemente se
encuentre más tarde con una serie de problemas que él no
quería tener. Las dificultades son muchas, pero hay que
buscar soluciones.
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