No es un juego de palabras. Pero
si la función de todo terrorismo es aterrorizar, en el caso
de la organización “Belliraj” que ayer fue presentada ante
la Justicia en Rabat este objetivo se logra plenamente. De
confirmarse las investigaciones y denuncias de las
autoridades, Marruecos se estaría enfrentando a una sutil y
compleja trama que poco tiene que ver con otras células u
organizaciones terroristas desmanteladas en los últimos
años. Poco pudo saberse ayer, salvo la rápida condena a
cinco años de prisión cerrada para un oficial de policía de
rango superior destinado en el puerto de Casablanca, Hicham
Griouani y que habría intentado, filtrando datos al diario
arabófono “Al Massae” el 19 de febrero, alertar
presuntamente a sus cómplices en la organización terrorista.
Y si pudiera extrañar mi referencia el pasado jueves a Fouad
Ali El Himma (parlamentario de éxito tras las últimas
elecciones), éste no ha dudado ayer en señalar expresamente
a los medios de comunicación que, siendo ministro del
Interior, ya se había pronunciado en el 2005 en contra de la
legalización del partido “Al Badil Al Hadari” (Alternativa
Civilizacional), recientemente disuelto.
Al hilo de lo que se va pudiendo conocer y con las
precauciones debidas hasta la resolución judicial, podríamos
ir adelantando algunos esquemas de trabajo que arrojen
perspectivas diferentes sobre la organización “Belliraj”
desmantelada estos días. Primero y dados sus orígenes que
parecen remontarse a los tiempos de la “Chabiba Islamiya”
(Juventud Islámica) de los años 80, caería por tierra una de
las tesis más aireadas en Rabat (la injerencia extranjera),
pues quedaría demostrado el inequívoco carácter autóctono
del terrorismo islamista, “la vía marroquí”; en segundo
lugar, las tácticas de infiltración empleadas (fachada
política que escondería una organización paramilitar)
apuntarían técnicas clásicas en grupos marxistas-leninistas
acordes, por lo demás, con la ideología izquierdista
(islámica) de al menos cuatro de los políticos detenidos;
finalmente, ¿cómo entonces podría conjugarse el islamismo
extremista con la izquierda radical…?. Dándole unas cuantas
vueltas al asunto pipa en mano por la biblioteca, ¡voilá!:
tras una extrapolación espacio-temporal, nos encontraríamos
con una original versión islámica de la “teología de la
liberación”.
Quedan naturalmente muchas cosas en el tintero, siendo
remarcable el estado de alerta general (ahí está el espejo
de El Tarajal sin ir más lejos) en el que está sumido el
norte de Marruecos, con una estrecha vigilancia de sus
costas que permitió, el 26 de febrero, la interceptación por
la Gendarmería Real de dos rápidas zódiacs con casi 4000
kilos de droga entre Nador y Melilla, cerca de Beni Chiker,
cabila en la que fue descubierto un importante alijo de
armas y municiones en el domicilio propiedad de Abdelali
Chiganou. Por otro lado destacaría el rápido desmarque de la
organización filoterrorista libanesa, de ideología shií, “Hezbollah”,
por boca de su segundo al mando el jeque Naïm Qacem, negando
cualquier vinculación no solo con la célula “Belliraj” sino
también en cualquier intento por desestabilizar los países
del Magreb. Mientras, el portavoz del gobierno marroquí,
Khalid Naciri, no deja de clamar a diestro y siniestro:
“Nosotros no somos unos mentirosos”.
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