Acabo de crear una nueva tertulia
en uno de los bares de la ciudad, aunque los asistentes no
tienen ninguna comparación con los que habitualmente nos
reuníamos en Barcelona, todos son dignos de atención.
Uno de los tertulianos sacó un tema interesante. Habló de la
calidad ecológica de la ciudad y, según su punto de vista,
la catalogaría como el farolillo rojo de las ciudades
españolas en ese tema.
Hoy, por el miércoles, hice una ronda por la ciudad a bordo
de mi moto Peugeot mientras esperaba la hora para recoger a
mi chico de la escuela.
Me acerqué hasta un rincón de la carretera que lleva al
cementerio y a la subida del Hacho, en un espacio donde
existe un gran vado de parada de autobús, muy cerca de un
chiringuito camuflado como restaurante.
El mar, en ese lugar donde existe una recoleta y poco
conocida playita, presenta un aspecto desagradable como si
se hubieran vertido las sentinas de numerosos barcos. No osé
acercarme a la orilla por cuanto el supuesto olor que
desprendería esas aguas me produciría urticaria de tan
sensible como soy a los olores desagradables.
Bien pudiera ser una especie de remolino que hiciera subir
la posible arena fina del fondo, por otro lado inexistente
en ese lugar, pero por el aspecto difícilmente lo sería. Más
bien supongo que son las aguas fecales vertidas directamente
por cualquier causa o manera.
Luego de recoger a mi chico y dejarlo en casa, proseguí mi
particular “tour” por la ciudad y sus aledaños… buenas
piezas antiecológicas encuentro en todo el recorrido. Para
empezar preguntaré directamente a nuestras autoridades, que
son del PP como todos saben, si alguna vez se les ha
ocurrido mirar un poco, sólo un poquito, por el medio
ambiente que nos cubre.
Los escasos contenedores de basura que encuentro en escasas
calles, muchas otras calles adolecen de los mismos, no están
clasificados para recoger las distintas clases de desechos
que se tiran diariamente.
La producción humana de desechos es increíblemente
demoledora para el ecosistema ceutí y la despreocupación de
nuestras autoridades por el tema queda patente en puntos
concretos de los 19 km² del territorio.
No existen contenedores para las distintas clases de
desperdicios que los humanos solemos arrojar fuera de
nuestras casas. No existen contenedores para los
desperdicios perecederos, no existen contenedores para los
papeles ni cartones, no existen contenedores para los
vidrios y derivados… en fín que no existen ninguna clase de
contenedores específicos destinados a la clasificación de
las basuras con el objetivo de contaminar menos el medio
ambiente.
Ya sabemos, Rajoy “dixit” que los populares no creen en el
cambio climático, no creen en los reciclajes, de tan
conservadores como son. Pero nuestra ciudad dispone de
grandes recursos económicos, aunque siempre estén llorando
farisáicamente nuestras autoridades por la carencia de los
mismos, como para destinar una pequeñísima parte del
presupuesto a montar una seria cadena de limpieza por toda
la ciudad, y al señalar toda la ciudad escribo que
absolutamente toda la ciudad, no el centro ni los barrios de
lujo.
Dispongo de numerosos proyectos sobre el soterramiento de
contenedores que harían de nuestra ciudad un espejo de
limpieza, de hecho la mayoría de las ciudades catalanas ya
lo tienen instalados en sus calles. ¿Por qué no se hace, al
menos, contenedores de superficie clasificados por clases de
desperdicios?
Sería bueno que comenzara a promover la educación a la
ciudadanía sobre la materia y enseñarle a algunos ciudadanos
de determinados barrios o barriadas que es malo, malísimo
tirar la basura en plena calle o en barrancos que dan al mar
o a cualquier minúsculo vallecito.
También es menester que nuestras autoridades se preocupen
más por esos amos de perros desalmados y puercos, los amos
no los perros que los pobres no saben nada, que se permiten
abandonar enormes mojones de caca en aceras y pasos
obligados de los humanos. En Catalunya las multas llegan
hasta 500 euros.
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