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sociedad - VIERNES, 29 DE FEBRERO DE 2008


alumnos en el aula de la mezquita. ep.

reportajE
 

Ibn Ruchd, el corazón de Benzú

Más de tres décadas después de
que se habilitó la primera mezquita de la barriada, en una casa particular comprada a una familia cristiana, la hoy denominada Asociación Cultural Ibn Ruchd es un refugio donde se puso la primera priedra de la UCIDCE y en el que jóvenes y mayores “estudian y se divierten”
 

CEUTA
Gonzalo Testa

local
@elpueblodeceuta.com

Hay tres cosas que cualquiera al que se le pregunte por Benzú menciona inmediatamente. Una entra por la vista, sus magníficos paisajes. Las otras dos, por el gusto y el olfato: el apreciado té con hierbabuena de sus cafetines y lo que todos ustedes saben. Es lo más evidente, lo que todos señalan y ofrecen, pero, como casi siempre, no lo más importante.

Como demostró su vecindario hace escasas semanas, cuando se plantó de sol a sol a pie firme con sus mujeres al frente en plena calle para decirle qué demonios estáis haciendo a la Delegación del Gobierno, bajo esa fachada de tópicos palpita una barriada de mil y pico vecinos en la que es imposible encontrar una casa para alquilar. Una parte de Ceuta que esconde varios de los tesoros más preciados de la ciudad: la cantera que alimenta la construcción del centro, la cueva-abrigo que amenaza con darle un vuelco a lo que creíamos saber que pasó hace miles de años y una Asociación Islámica Cultural, la ‘Ibn Ruchd’, un pequeño corazón accesorio que no para de bombear actividad en la barriada.

A su frente se encuentra actualmente Mohamed Ali El-Hayk, que a sus 27 años echa la vista atrás para recordar, junto al presidente de la UCIDCE, Laarbi Maateis, el primer espacio para el culto islámico que hubo en la zona.

“Fue una casa particular que se compró a una familia cristiana y que se mantuvo operativa hasta finales de los años setenta”, rememora Maateis, que a través de sus apuntes manuscritos sobre la comunidad recuerda que la primera hutba de los viernes se leyó allí el 11 de junio de 1971. Por aquel entonces el imam de la mezquita, de Beliones, era el erudito en ciencias islámicas Mohamed Saadi.

Como por aquel entonces la vida no tenía nada que ver con lo que es hoy y la frontera todavía no se había inventado casi, la sala de rezos recibía la visita de buena parte de los vecinos de la población marroquí, a los que les resultaba más sencillo acudir a Benzú que ir hasta las mezquitas que se encontraban junto a la antigua ballenera y muchos musulmanes ceutíes acudían también allí por el prestigio de otro de sus responsables, Abselam El-Bchari, que a los 18 años sabía el Corán de memoria e impartía clases a los jóvenes tanto del libro sagrado como de árabe.

En 1972, la comunidad amplió “gracias a la generosidad de sus miembros” la mezquita con otra casa anexa para hacer más grande la sala de rezo y habilitar una vivienda a su imam.

Más o menos así quedaron las cosas hasta que, en 1996, con Jesús Fortes en la Alcaldía, la Ciudad aprobó ceder a los residentes musulmanes en Benzú una parcela para mejorar su templo gracias a las gestiones de Mohamed Ducali y Ali Seituni El-Hayk, que se encontraban al frente de la asociación vecinal.

Con el apoyo “moral y económico” de Abdelkrim Hamadi “y muchas otras mezquitas, comerciantes y asociaciones islámicas de la Ciudad”, así como de la propia Asamblea, que contribuyó con materiales de obra, en 1997 se constituyó la Asociación Cultural Ibn Ruchd con el propio Hamadi y Mustafa Ali El-Hayk al frente para que, cuando se terminase la obra, “todo estuviese en regla”.

En la nueva mezquita, que se inauguró el año 1419 del calendario islámico (1998), los jóvenes que acudían a aprender enseñanza islámica, árabe, mecanografía, informática o castellano ya no utilizaban pizarras y media caña para escribir, pero el espíritu de los hermanos El-Bchari, que 38 años después de su llegada siguen espiritualmente al frente de la mezquita seguía tan vigente como hoy, cuando los ordenadores han sustituido a las antiguas máquinas de escribir.

“La mezquita está abierta de forma permanente con clases de apoyo escolar y diferentes actividades para enseñar a leer y escribir el árabe o el castellano, según el caso”, destaca Mohamed Ali El-Hayk, que mantiene como una llama la ilusión que depositó en el proyecto su abuelo.

“Hace dos años cambiamos convertirmos la Asociación Cultural en Islámica y nos inscribimos no sólo en el Registro regional de entidades, sino también en el de la Dirección General de Asuntos Religiosos del Ministerio”, repasa el director de la entidad, consciente de que dicho paso era “imprescindible” para poder regularizar la situación de sus imames, tal y como está instando a hacer a todas las comunidades ceutíes la UCIDCE, que también bebe de la vitalidad de Ibn Ruchd, y cuya primera piedra se puso aquí, no en vano, en noviembre de 2006.
 

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