En el debate, entre Solbes y
Pizarro, sobre el asunto de la economía, volvió a pasar lo
que siempre pasa en estos asuntos, para unos ganó Solbes,
para otros ganó Pizarro. Incluso el propio Pizarro ha
manifestado que el ganador del debate fue él, que aportó
soluciones a los problemas económicos del país mientras, el
ministro de Economía, Solbes, se limitó a defender su
gestión. Y si, Pizarro, así lo considera quiénes somos los
indocumentados en el asunto para llevarle la contraria. Por
otro lado, varios medios de comunicación dan como ganador
del debate a Solbes y, por supuesto, su partido. O sea lo de
siempre, para que nada cambie, cada uno dio como ganador al
suyo. Y aquí paz y allá gloria.
He dicho, escrito está, y sigo manteniendo que, Solbes, es
un gran ministro de economía y prueba de ello es el gran
respeto que se le tiene por los grandes poderes económicos
del país, pero… ¡Dita sea!, siempre hay un pero, en algunos
momentos de su intervención, me dio la sensación de que no
creía mucho en lo que estaba diciendo sobre determinados
asuntos. Al hablar y a pesar de conocer, perfectamente, cómo
se debe actuar en televisión, a veces daba la sensación de
cierta desconfianza en lo que defendía. Oiga, amigo guardia,
igual era una sensación personal e intransferible, llevada a
cabo por deformación profesional. Después de más de cuarenta
años ante los micrófonos. Pero como todas las opiniones son
igual de respetables, esa es la mía.
Otra de mis opiniones, personales e intransferibles, sobre
el debate, es sin duda alguna, que fue un debate entre
caballeros, con un gran respeto mutuo, sin que ninguno de
ellos perdiera en ningún momento los papeles y, por
supuesto, sin una palabra más alta que otra ni el más mínimo
insulto. Ambos dos, dieron ejemplo de lo que debe ser un
debate entre personas educadas, muy preparadas culturalmente
y con un gran conocimiento de la materia que iban a
defender. Ante estas dos personalidades y el gran ejemplo
que dieron en el debate televisivo, hay que quitarse el
sombrero y decir ¡Chapó!.
Cuando se pierden los papeles, entre dos personalidades, el
debate llega a rozar el ridículo y causa un mal efecto ante
el espectador que contempla, asombrado, como dos personas de
esa categoría pueden entrar en el insulto chabacano, que a
nada conduce sino a perjudicar a los propios contendientes.
Me da igual quién fuese el ganador, allá cada uno con sus
consideraciones sobre el tema, pero me enganché al debate
por la actuación, en todo momento, de caballerosidad que
mostraron ambos contendientes. Así da gusto engancharse a un
debate.
El único pero que se le puede poner a Solbe, dicho sea con
el debido respeto que me merece el ministro, a quien
considero un gran economista, es decir que los jubilados, en
los momentos actuales viven mejor que en brazos. Lo siento,
señor ministro, pero eso no es así. Hay muchos jubilados que
con la pensión que tienen no llegan ni al día quince de cada
mes. Se puede decir que se está haciendo un esfuerzo para
aumentar las pensiones más pequeñas, pero que estamos
viviendo de “lujo”, eso no se lo cree ni mí amigo, Juan el
gitano, que es una jartá de crédulo.
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