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                     A lo largo de muchas décadas, he 
					visto cientos de partidos de todas las categorías, desde 
					regional hasta primera división, pasando por 2ª A, 2ª B, 3ª 
					y llegando a Copa de la UEFA y a Champions. 
					 
					Ni que decir tiene que, en los cientos o miles de partidos, 
					hemos visto goles de todas las marcas, desde golazos a 
					auténticos “churros”, pero ninguno tan tonto como el que 
					encajó el Madrid, en su propio campo, ante el Getafe. 
					 
					Si ya es lamentable que en el mismísimo Chamartín el Madrid 
					pierda frente al Getafe, rompiendo así una larga racha de 
					victorias en casa, más lamentable es que pierda por un gol 
					tan absurdo como el que encajó en la noche del domingo. 
					 
					Y si un gol de estos llega en juveniles, vaya y pase, pero 
					que llegue en el líder de la competición, en el equipo de 
					unos profesionales, tan bien pagados como estos, es para 
					dejar el próximo domingo, a medio equipo en la grada. 
					 
					Porque mucho es el “papelón” que han hecho en la jugada de 
					marras, pero mucho más es que ese gol les puede hacer perder 
					un campeonato liguero que hace tan sólo tres semanas tenían 
					“visto para sentencia”. 
					 
					Ni el más optimista seguidor del Getafe hubiera apostado un 
					céntimo por ganar con un gol así. A cualquiera que se le 
					hubiera dicho eso, de antemano, te hubiera mandado “ a la 
					porra” pensando que te estabas riendo de él, y mira por 
					donde, sin risas y sin aspavientos, los de Getafe lograron 
					la victoria de su vida con el gol que nunca habían 
					programado, el gol de “los tontos”, o de los ocupados nada 
					más que en revisar contratos, cada vez más millonarios. 
					 
					Y ahora, volver a empezar, atrás han quedado esos 9 puntos 
					de ventaja que el Madrid tenía sobre el Barcelona y con 
					ellos el campeonato liguero casi sentenciado. Ahora, y 
					todavía está el primero, ya no puede volver a tropezar de la 
					forma tan absurda que tropezó en el campo del Betis, en su 
					campo o en Roma, encuentros en los que la indolencia se 
					impuso a la realidad de lo que debe ser un equipo en un 
					terreno de juego. 
					 
					Huelva es el próximo punto de destino, el Recreativo es un 
					equipo antiguo, modesto pero con dignidad y que no querrá 
					ser vapuleado por unos jugadores que debieron pensar que el 
					7-0 sobre el Valladolid ya les daba derecho a ganar, sin 
					entregarse y sin sudar la camiseta. 
					 
					Alguien nos podrá decir que el año pasado, por ahora, 
					estaban peor, y es cierto, pero el espíritu de remontada que 
					había el año pasado no lo hay ahora, y no es fácil que se 
					vuelva a lograr, al menos de momento. 
					 
					Antes, el año pasado, ir perdiendo daba confianza, hasta el 
					final, de que se podía superar y era un estímulo para tratar 
					de remontar. Además se remontaba. Este año, ir ganando 
					implica sentarse “ a la sombra” y esperar a que alguien 
					“traiga la merienda”. 
					 
					Y no es que pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejor, 
					no es eso, sino que estamos comprobando que si no se 
					trabaja, las superfiguras, que ahora no son muchas en el 
					Madrid, no son capaces de hacer nada fuera de lo normalito. 
					Y a la vista está el ridículo del pasado domingo, con ese 
					gol que ha dado la vuelta al mundo y que no ha pasado 
					desapercibido para nadie, ni aquí, ni fuera de nuestras 
					fronteras, con lo que la fama de un equipo, por hechos de 
					ese tipo, baja enteros en todas partes. 
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