Estoy de nuevo con vosotros,
después de los nuevos avatares que me ocurren por tierras
catalanas. Regreso doblemente satisfecho, por la manifiesta
mejoría de mi salud y por la actuación del Barça. Pobre “Madrí”,
ahora le tocará sufrir. De nueve puntos de ventaja sobre los
azulgranas han quedado en dos… ¡y la que le espera!
Bueno, el fútbol lo dejo para otros colaboradores, grandes
amantes del “Madrí”, porque lo que es yo, no pienso escribir
de fútbol dada la evidencia de que la mayoría de los
caballas son forofos de los merengues.
He regresado en el AVE al que se le ha dado demasiado bombo
y platillo. Por cierto que la velocidad pico del que va de
Barcelona a Madrid ha alcanzado los 303 km/h, aunque la
mayor parte del viaje lo ha hecho entre 248 y 288 km/h.
El de Madrid a Málaga no puedo asegurar qué velocidad pico
ha tenido porque adolece de falta de información en paneles
y con los auriculares del vídeo metidos a fondo dentro de
las orejas, uno no se entera de nada del exterior.
Todo perfecto en los trenes del presente, no ya del futuro,
excepto los lavabos. Con la apariencia de retrete aéreo, de
esos que estilan los aviones, uno se encuentra con que no
vacían completamente la carga y entrar en tan reducidísimo
espacio es lo más parecido a entrar en una pocilga. Otra
cosa negativa: el bar. No se por qué ponen unos precios
astronómicos para la birria de viandas que sirven. Por ello
no me ha extrañado encontrarme en un ambiente abstracto, en
el que se mezclan esencias del pasado con tecnología del
futuro. ¡Vamos!, que me he encontrado con gente que se traen
la comida, en forma de enormes bocadillos como los de
antaño, y que esparcen un olor a chorizo de pueblo y miles
de migas por todo el vagón. La chica que se sentó en el
asiento contiguo al mío no paró, en todo el viaje, de
masticar una enorme longaniza.
Ya asentado en mi ciudad, paso matemáticamente a evaluar la
situación política nacional y… ¿por qué no?, la caballa.
Esta noche (por el lunes) asistiremos al combate estelar de
los grandes pesos pesados de la película típicamente
española: Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, asistidos por
sendos comités de seguimiento, uno de ellos creo que llevará
un botiquín de urgencias… adivínenlo.
En el ámbito local, ya es mucha guasa esa persistencia de
acusar a los socialistas de todos los males que sufre la
ciudad. Durante cuatro años no han acusado al PSOE de los
atrasos del nuevo palacio de Justicia y cuando entramos en
campaña electoral recuerdan de golpe y porrazo todo lo malo
que hicieron. Eso solamente se lo creen los peperos, y no de
fe precisamente. Mucho butafumeiro veo entre los militantes
del PP y en sus jefes… creo sinceramente que se precipitan
en dar por ganador a Mariano. Tanto va la el cántaro a la
fuente…
De pena, me da pena la candidata de UPyD, Rosa Díez, al
tomar el papel de aguafiestas de la política española. ¿Por
qué no pueden aprender catalán o euskera los andaluces y los
madrileños? Una cosa es que se les obligue a hablar en
lengua extraña y otra cosa es que se pongan a estudiarla.
Vale tanto, el catalán y el vascuence, como el francés o el
inglés… o es que quiere que los ciudadanos del país sólo
hablen una lengua y mantenerlos con porrón y boina. No tiene
ni puta idea de política esta señora, o señorita ignoro su
estado, al entrar en barrena en un tema que le puede costar
más votos de los pocos que obtendrá. ¿Es vasca?
Por otro lado, estoy orgulloso de que un vasco haya
conseguido el Óscar al mejor actor secundario. ¡Bien por
Bardem! Su mamá no cabe de contento.
En fin, hasta mañana…
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