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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE FEBRERO DE 2008

 
ANÁLISIS

Miscelánea semanal
 

Por Manuel de la Torre


Lunes. 18

Les diré que me causó sorpresa ver a Juan Vivas como espectador en el campo de Linarejos. Aunque no sea la primera vez que la televisión nos muestra la imagen del Presidente de la Ciudad como seguidor de la Asociación Deportiva Ceuta. Pues recuerdo que ya estuvo en el campo del Betis B. Donde, dicho sea de paso, también perdió el conjunto caballa. Lo cual es un mal síntoma. Porque las victorias son asumidas por muchos y las derrotas son achacadas a los mismos de siempre: en primer lugar a los entrenadores. En este caso, una vez que a Diego Quintero le dieron Puerta, Camino y El Viti, las miradas se posaron en el segundo de la lista: en el director técnico; máxime cuando éste había mostrado públicamente su orgullo por haber confeccionado la mejor plantilla que la sociedad había tenido en los diez últimos años. Y hasta se permitió el lujo, José Enrique Díaz, de airear que había reunido un grupo de jugadores que sólo sabía jugar al ataque. Pronto se dio cuenta de que había jugado de farol y ante el temor de ser señalado como el causante de todos los males deportivos del club, cantó la gallina y trató por todos medios de que le permitieran coger el olivo. Y ahí está el hombre pegándose la gran vida en Sevilla. Eso sí: llevándose todos los meses la bonita cifra de seis mil euros. Menuda suerte tienen algunos por convencer a los directivos de que gozan de un prestigio enorme en las altas esferas federativas. El tercero en la lista es, en estos momentos, Benigno Sánchez. De una parida suya me ha puesto al tanto un taxista en la mañana de hoy. Habré de comprobar si es verdad la tontería radiada que se le adjudica al técnico murciano. No obstante, y vuelvo al principio, ha de andarse con tientos Juan Vivas si no quiere que los directivos, tras endilgarles los desaciertos de turno a BS, salgan propalando que el equipo nunca puntúa como visitante cuando asiste el presidente de la Ciudad.. Y no hay cosa peor que ser tenido por gafe. Lagarto, lagarto.

Martes. 19

Vengo leyendo EL IMPARCIAL, periódico digital presidido por Luis María Anson, porque me gusta su columna diaria, “Al aire libre”, y porque, sin duda, el maestro Anson escribe de dulce. Para gritarle, vamos. Sigo recomendando su Don Juan, a cuantos no lo hayan leído. Pues me parece que es una obra monumental. Hoy martes, como cada día, entro en EL IMPARCIAL y leo como le hace el artículo a Rosa Díez. Destacando la lucidez política de esta mujer de quien termina diciendo que es muy valiente, audaz y excepcional. Una Rosa Díez cuyo mensaje es que estamos perdidos gane el que gane, es decir, el PSOE o el PP. Que los dos tendrán que echarse en los brazos de los partidos nacionalistas. Con lo cual, según ella, para preservar la unidad de España bastaría con votar a su partido: Unión, Progreso y Democracia. Con lo que la ex socialista nos ha pintado un panorama tan incierto como negro. Pero más negro nos sigue pintando el periódico de Anson el panorama de Ceuta y Melilla. De modo que ha dejado permanentemente colgado en la red el primer número, editado el lunes 28 de enero pasado. Cuyo titular ha sido, según los directivos de la Casa, el más leído hasta ahora. Y rezaba así: Zapatero, dispuesto a negociar la cosoberanía de Ceuta y Melilla. Me pareció lamentable en su momento que eligieran como portada algo que dicen fue asegurado por fuentes próximas al Palacio Real Marroquí. Pero lo indignante es que el número estrella sea lucido, todavía, por un titular desgraciado y no porque el nacimiento de un medio sea, como lo es, motivo de alegría.

Miércoles. 20

Con la triste noticia de la muerte de Manolo Peláez hemos echado la vista atrás y hemos comprobado cómo su llegada a esta ciudad, cual delegado del Gobierno, el primer civil que ocupó este cargo en la democracia, estuvo marcada por las discusiones desde el primer día. Venía el delegado con ganas de solucionar la falta de higiene que había en ciertos locales públicos, tal vez aconsejado por un técnico de la localidad, y decidió visitar el Mercado Central de Abastos para asegurarse que no cumplía con los requisitos de salubridad exigibles. Y en cuanto terminó de recorrer el recinto se plantó ante los medios y largó de todo lo malo que había visto. Al día siguiente, sus declaraciones sentaron como un tiro entre los ceutíes de mejor situación económica y social. Los cuales dijeron al unísono: He aquí a un tío procedente de allá arriba que se ha puesto a hablar sin miramientos del mercado, cuando aún no se ha quitado la etiqueta de recién llegado. Las declaraciones del delegado fueron claras y rotundas: “Asustado estoy por la visita que he hecho al Mercado Central. Este mercado está para precintarlo inmediatamente. Si la Organización Mundial de la Salud hiciera una inspección, propondría nuestra expulsión. ¿Cómo es posible que se le haga la autopsia a un perro junto a un puesto en el cual se venden hortalizas? Y ya no hablemos de las cámaras frigoríficas, huelen todas a podrido. Y las clases más pudientes y poderosas de la ciudad se sintieron ofendidas y salieron en tromba a combatirlo con sus comentarios improcedentes. “A ver si se entera este tío que el barco sale a las ocho”. Como ven ustedes, veinticuatro años atrás el Mercado Central de Abastos fue también motivo de discordia. Y llevaba razón, sin duda, el delegado del Gobierno. A quien conviene agradecerle siempre que fuera la primera autoridad que decidió preocuparse de verdad por las inspecciones sanitarias de los establecimientos de hostelerías que, mayoritariamente, dejaban mucho que desear. Verdad es que con su empeño se echó encima a quienes se sintieron heridos en su orgullo de ceutíes con pedigrí. Menos mal que el recordado Peláez no tuvo enfrente, en aquel tiempo, a Juan Luis Aróstegui, dedicado entonces a reventar actos culturales; pues hubiera sido un martirio más que añadido a las críticas negativas que recibió por su extraordinaria labor.

Jueves. 21


La visita de Diego López Garrido, Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, me había ilusionado por el siguiente motivo: quería preguntarle si le une algún parentesco con los Garrido que han vivido toda su vida en el Paseo de las Delicias de Madrid. Uno de ellos, el mayor, allá por los años 50, quiso ser boxeador; el otro, de menos edad, jugó conmigo una temporada. Era, sin duda, un defensa duro y combativo. Y es que la cara de López Garrido es un calco a las de mis amigos y vecinos madrileños, allá cuando alboreaban los llamados ‘felices sesenta’. Pero mi gozo en un pozo. Unas molestias me retienen en casa y me ha sido imposible charlar con López Garrido. Me he conformado, por tanto, con verle en las fotografías publicadas en este periódico. A propósito: en una de ellas he podido observar dos detalles que son el fiel reflejo de la situación actual del PSOE en Ceuta. En una esquina, a la izquierda del atril desde el cual está orando el candidato a diputado, José Antonio Carracao, permanece de pie el delegado del Gobierno, Jenaro García-Arreciado, con su guardaespaldas; mientras en la primera fila, con cara destemplada y recogida sobre sí misma, aparece María Antonia Palomo. En otros tiempos, los militantes, por más que hubiesen sido muy destacados, se hubieran dado patadas en el trasero por cederle un asiento al delegado del Gobierno. Lo que va de ayer a hoy. Y, desde luego, es todo un poema la cara de quien fuera secretaria general de los socialistas ceutíes. Por lo que se ve, ni siquiera las palabras de afecto que le dedicó su amiga y admiradora, Milagros García, le sirvieron a María Antonia de estímulo para venirse arriba. Bien haría la señora Palomo en pedirle al diario que si lo tiene a bien no vuelva a publicar esa fotografía.

Viernes. 22

Fue en diciembre pasado cuando escribí sobre la necesidad que tenía el presidente de la UDCE, Mohamed Alí, de buscar cobijo en uno de los grandes partidos si quería mantener intactas las ilusiones de sus votantes. De no ser así, es decir, de no poder ofrecer a su clientela promesas tangibles, derivadas de su acercamiento al PP o al PSOE, se exponía a ir perdiendo crédito entre quienes acudieron a las urnas convencidos de que con Alí vivirían mejor que con ningún otro líder de religión musulmana. La última vez que hablé al respecto con Abdelmalik Lamague, otro hombre fuerte del partido, me dijo textualmente que ellos nunca pactarían con los populares, en tanto y cuanto el programa de éstos no coincidiera con los principios y valores que la UCDE había asumido como propios. Creo recordar que nuestra conversación tuvo lugar en el Parador Hotel La Muralla, cuando la campaña electoral de las municipales estaba en su apogeo y se celebraban entrevistas televisadas con los candidatos. Y, aunque en política lo que hoy es blanco mañana es negro, cierto es que me sorprendieron las declaraciones que hicieron los mandamases del PP y UCDE acerca de una alianza entre ambos partidos. De haberse producido el pacto, no me cabe la menor duda de que habría sido un mazazo para los intereses socialistas en Ceuta. Por razones tan claras que no merecen ser reseñadas. Y, desde luego, Alí cometía el riesgo de ponerse del lado de los populares bajo la amenaza de una más que posible victoria de los socialistas en las elecciones generales. Por lo tanto, como tonto no es -¿verdad, Nicolás Fernández Cucurull?-, el presidente de la UCDE no ha dudado en jugar sus bazas, dejándose querer por tirios y troyanos y sin decidirse a aceptar ninguna alianza. Aunque tal comportamiento lo pusiera en disposición de ser tachado como dirigente voluble, frívolo, caprichoso o inconstante. Que de todo eso, e incluso más, lo han calificado. Pero, al fin, cuando ha descubierto sus cartas, o sea cuando ha decidido ponerse de parte de los socialistas, Paco Antonio González se ha puesto a largar contra Mohamed Alí, mientras Pedro Gordillo le dice mariposa, por su más que descarada postura de ir de flor en flor. Pero nadie dice, por no reconocerle méritos a los adversarios, que en esa jugada puede haber tenido una gran importancia la intervención, callada y silenciosa, de Jenaro García Arreciado.

Sábado. 23


Otilio Ridruejo ha vuelto a escribir en El “Faro de Melilla” contra Diego Martínez: presidente de la Federación de Fútbol melillense. Insiste Otilio en que el presidente Juan José Imbroda ordene una investigación sobre los dineros con que la Ciudad subvenciona a la federación. Y de paso, como siempre, le recuerda al tal Martínez de qué modo se aprovecha de su cargo para viajar por todo el mundo a costa de los dineros del organismo que preside. Recordándole, además, las muchas cuchipandas gratis a las que se apunta el baranda que dirige los destinos del fútbol local. Las críticas de Otilio son un calco de las que yo vengo haciendo en esta ciudad. Entre otras razones porque es de dominio general que las federaciones de fútbol están necesitadas de ser inspeccionadas de arriba abajo y... bueno desde todas las posturas. En mi caso, lamento tener que suspender mis críticas contra el presidente, Emilio Cózar, debido a que pasa por un momento delicado de salud. Lo cual está por encima de que yo tenga todo el derecho del mundo a pedirle claridad en su cometido cual presidente de un organismo público. Por lo tanto, y sin el menor ápice de sensiblería, deseo fervientemente que Cózar se recupere cuanto antes.
 

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