Ha sido, en mi carrera profesional
como periodista, una de las personas que más me ha
impactado, por su saber hacer, su saber estar y su hombría
de bien.
Ya sé que esto se dice muchas veces cuando alguien ha
muerto, pero en esta caso Antoñito (así es como le
llamábamos todos en RNE) nos ha demostrado, siempre, que
tenía algo especial y que se había ido ganando a lo largo de
la vida.
Cuando el viernes, sobre las 10 de la mañana, mientras yo
daba clase a 1º de Bachillerato, sonó mi teléfono, jamás
hubiera deseado que fuera para decirme esto:” te tengo que
dar una mala noticia, ha muerto Antonio”. Esto me lo decía
un compañero, Chema, desde RNE y tanto a él como a mí
parecía que nos había caído una losa encima.
Personalmente le debía muchos favores a Antonio, porque
siempre actuó como profesional, pensando especialmente en
que la voz saliera perfecta, aunque tuviera él que hacer mil
equilibrios.
Era tranquilo, no se asustaba por nada, no se ponía nervioso
y las cosas estaban cuando tenían que estar. Si alguien
tenía prisa él, con su aspecto y carácter bonachón solía
decir:” La prisa la usan sólo los malos toreros y los
ladrones”, con lo que hacía lo que había que hacer sin
atropellos.
Recuerdo muchas anécdotas de él, pero me vienen a la
memoria, especialmente, dos instantes. El primero de ellos
en la grabación que estuve haciendo con él mi primer día en
RNE, cuando antes de entrar al estudio me dijo:” esto lo
hacemos como a ti te guste, pero lo mejor es ..., así”. Así
se hizo y quedo como tenía que quedar.
El segundo momento que me viene a la mente fue en un
encuentro que jugó aquí en Ceuta la Selección sub-23 o sub-21.
Teníamos que entrar en directo varias veces para Madrid y
hacerlo con un móvil decía Antonio:”No es propio de RNE”.
Por tanto, Niko y él, los dos técnicos prepararon las líneas
y las comunicaciones salieron con la nitidez y la claridad
que exige la casa.
Ahora ya es un recuerdo; ahora ya nos ha dejado y ha querido
que fuera en un día en el que al no haber barcos, para ir
hasta La Línea, que es donde murió, así no causaba molestias
ni para despedirnos de él.
Y es que hay algo más, él era partidario de corresponder y
colaborar con todos, pero jamás pedía a nadie que rompiera
sus planes para salir él beneficiado. Lo he dicho y lo
repetiré mil veces, era de una “pasta” especial, de los que
no van quedando, y es una pena que a los pocos meses de su
prejubilación se nos haya ido de una manera tan inesperada y
rápida.
A partir de ahora, en la parte técnica de esta casa que fue
la suya, RNE, habrá un hueco especial que será imposible
rellenar. A partir de ahora su buen amigo “Toti” ya no va a
tener disculpas para pasar al otro lado del estrecho, porque
Antoñito ya no estará esperando para tomar la primera
cerveza y para decir a qué parte se va a comer.
No llegaba a los 60, pero él no se había cuidado a sí mismo,
se preocupaba de los demás y siempre dejaba para “mañana”
eso de salir a andar todos los días una hora. Ahora mismo,
mirando hacia el pasado creo que tenía razón, porque cuando
menos tenía que hacer, cuando su única ocupación era vivir,
ha decidido marcharse.
Ahora mismo, desde el recuerdo y la admiración, Antonio, los
que fuimos tus amigos queremos seguir siéndolo más que
antes.
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