En esta tierra nuestra, bendita
tierra que nos vio nacer, tenemos de todo como en botica,
para que nada nos falte. caciquillos, que ni a caciques
llegan, ególatras, politiquillos del tres al cuarto,
personajillos de medio pelo que se les paró el reloj en el
tiempo, los del aro del cubo pegados en el culo, analfabetos
que quieren peer en botija que diría la sabia de mí abuela y
alguna que otras especies que, en estos momentos, no me
vienen a la memoria.
Cuando por cosas de la vida, entre otras porque la vida
sigue avanzando, las personas se vuelven más cultas y el
pueblo llano, no cree que los niños vienen de París. Parte
de estas faunas deciden unirse para recobrar un terreno que
creen era de ellos y que, en la actualidad, no representan
nada. Tan es así que, en ocasiones, sirven de cachondeo al
pueblo.
Cuando esto sucede, cuando el pueblo pasa olímpicamente de
ellos, se muestran tal y como son, personajillos de medio
pelo, politiquillos del tres al cuarto, personajillos sin
categoría alguna, analfabetos en su más sumo grado y
“trincones” de los de aquí te quiero ver. Para solucionar el
asunto, que se les va de las manos, deciden unirse.
Pues bien, cuando sucede todo esto, esta maravillosa fauna
decide unirse, en la creencia de que la unió hace la fuerza.
Y es cierto, la unión hace la fuerza, pero todos ellos,
precisamente, si algo tienen es que carecen de fuerza.
No se quieren enterar, viven en el mundo de Yupi aferrado a
ese ayer, donde con mentiras y triquiñuelas alcanzaron un
poder, gracias a la llegada de la democracia, que ni ellos
mismos se podían imaginar. Y lo que, en principio, fue una
enorme suerte con el aumento considerable de su economía, se
acabó convirtiendo en su propia desgracia en cuanto el
pueblo, analfabeto democráticamente hablando en esos
momentos iniciales, con el paso del tiempo descubrió que
eran una panda de cuentistas y vividores, a los que sólo les
interesaba “trincar” lo más posible en su propio beneficio.
Y en su desesperación, a falta de argumentos, inician una
unión, ya lo dice el refrán “Dios los cría, y ellos se
juntan”, donde por toda norma toman como bandera el insulto
barriobajero. Cosa normal, porque esta clase de insultos va
acorde con el pelaje de estos personajillos que, con ello,
no hacen más que dejar al descubierto su verdadera
personalidad, carente de las más elementales reglas de
educación. Cada uno es como es, y ellos no podían estar más
tiempos sin mostrarse tal y como son, unos ególatras,
analfabetos, inútiles e ignorantes, que ven con auténtica
desesperación, como se les va de las manos el “trinconeo”
que ellos esperan obtener. Para ellos la tarta era y sigue
siendo demasiado importante, como para perder un trozo de la
misma.
Dicen que no insulta quien quiere, sino quien puede. Y la
verdad sea dicha, ninguno de los personajes que han unido
sus fuerzas para insultar, carecen de talla para hacerlo.
Pobres diablos a los que se les va de entre los dedos el
trozo de la tarta. Y algunos creen que lo hacen por defender
los intereses de esta tierra. ¡País!
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