No soy lo suficientemente imbécil
para no ser autocrítico y darme cuenta de que pudiera,
indirectamente, estar haciéndole el juego a Marruecos. Ya.
Naturalmente no es así, si bien reconozco sin circunloquios
que el efecto colateral de algunas de mis líneas pudiera
beneficiar a nuestro vecino país del sur. Pero yo no me
invento los hechos, si bien éstos -como todo- son matizables
y partamos de un principio: “el enemigo de mi enemigo no es,
forzosamente, mi amigo”. Eso creyeron los norteamericanos
con su antiguo agente en Afganistán, Osama Ben Laden; el
resto de la historia ya la saben. También, en Oriente Medio,
pensó lo mismo Israel, apoyando inicialmente a “Hamás”
intentando debilitar en su momento a Yaser Arafat y ahí
están los resultados. ¿Y en España?. Pues con la idea de
frenar la influencia de Marruecos se viene sosteniendo
oficialmente el ala dura del islamismo, a priori no
violento, representada en la Comunidad Islámica de España (FEERI
y UCIDE) por los Hermanos Musulmanes y el Tabligh, que se
están haciendo con el control de gran parte de las
comunidades “reislamizándolas” desde la base. Ya nos
estallará en la cara. En Ceuta y Levante el asunto es más
grave, pues se ha permitido el asentamiento de una corriente
hostil a Rabat y al mismo Mohamed VI, el movimiento
extremista “Justicia y Espiritualidad” del jeque Yasin (esa
es la traducción exacta en lugar de “Justicia y Caridad”, no
me sean obsoletos). Estamos a mi juicio jugando con fuego.
Veamos, porque nos enfrentamos a tres escenarios diferentes,
aunque actuantes a veces como vasos comunicantes: una cosa
es el “terrorismo islamista”, otra la “islamización” y
finalmente estaría la “marroquinización”, que presentaría
dos perfiles como veremos más adelante. Pero antes de
continuar una observación digamos que profiláctica: a cada
problema su solución. ¿Acaso tomaríamos la misma medicación
para un dolor de cabeza y un ardor de estómago?. Bien, hay
una “marroquinización” preocupante y otra útil y necesaria:
en la primera, el proyecto anexionista sobre Ceuta y Melilla
que ha vivido en los últimos meses unos repuntes
perfectamente orquestados; entre la segunda la versión
religiosa del Islam marroquí, el “sunnismo malikismo”
amparado por el Makhzén y cuyo titular, el rey Mohamed VI en
su papel de “Amir Al Moumenim”, es el referente. Pues bien,
en principio ésta es la tradición seguida mayoritariamente
por los musulmanes afincados en España (Ceuta incluida,
obviamente) y esta versión moderada de la religión islámica
¡es la que a todos nos interesa!. Profesional y lealmente
considero que deberíamos alcanzar y amarrar con el Reino de
Marruecos un pacto de Estado en esta dirección, limitando y
controlando conjuntamente interpretaciones radicales y
fundamentalistas, abiertamente islamizadoras de su entorno,
cuyo “modus operandi” a nivel ideológico y práctico está
resultando ser ¡un coladero de terroristas! y un peligro
real para ambos países.
El martes, poco antes de almorzar, tuve la feliz ocasión de
intercambiar unas breves palabras y un cálido apretón de
manos con el presidente Juan Vivas, por el que a título
personal siento un cálido y sincero afecto. Por cierto: de
lo que está cayendo, el que desde luego no tiene ninguna
culpa es el mensajero.
|