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OPINIÓN - jueves, 21 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sindicato y partido
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Los trabajadores forman sindicatos para tener una voz y para mejorar sus salarios y condiciones laborales, no para dar a los grupos minoritarios la oportunidad de alcanzar sus fantasías políticas. La cita es de un tal Alistair Graham, y la publicó The Sunday Times. Y a mí me viene como anillo al dedo para recordarle a CCOO que debe olvidarse cuanto antes de secundar las ambiciones políticas de su secretario general: Juan Luís Aróstegui.

No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de que, desde hace años, el sindicato se viene distinguiendo más por respaldar y airear los planteamientos y reivindicaciones políticas del Partido Socialista Del Pueblo de Ceuta, que de afrontar sus verdaderas obligaciones: la defensa de trabajadores y empresarios. Tal vez sea porque en el sindicato han sobrevalorado la figura de su secretario y viven todos sus dirigentes sometidos a las directrices que marca éste. Por consiguiente, ya va siendo hora de que alguien trate de convencer a su líder de lo conveniente que sería para CCOO, como sindicato de clase que es, que Aróstegui dejara de aprovecharse de su cargo para imponer sus ideas como político, olvidándose de la ideología que ha hecho fuerte al sindicato.

De lo contrario, día llegará, sin duda, en el cual la gente piense, y con razón suficiente, que la central sindical es el brazo armado de la política del PSPC. Y acabará por ir perdiendo el prestigio que sus siglas, a pesar de que los sindicatos no están muy sobrados de crédito, aún mantienen. He aquí, por tanto, motivo de reflexión para Antonio Gil, secretario general de la UGT, con el fin de que entienda algo muy elemental: no debería participar al alimón con comisiones cuando las protestas tengan claros visos de querer arrimar el ascua a la sardina de un Aróstegui que desea ser a cualquier precio diputado de la Asamblea de la Ciudad.

Un logro que le daría una fuerza enorme para defender desde su escaño los intereses manifiestos de ciertos empresarios, tapados, que confían todavía en que Aróstegui, disfrazado con ropajes de obrero, consiga beneficios para quienes no desean, bajo ningún concepto, que las costumbres inveteradas, y rentables para ellos, se alteren lo más mínimo.

En esta ocasión, el motivo de la discordia es el traslado del Mercado Central de Abastos a la Manzana del Revellín. Y seguro que ya estará buscando el secretario general de CCOO la siguiente causa de discordia.

Por cierto, no es la primera vez que el mercado ha sido causa de escandalosas discusiones entre partes enfrentadas por motivos políticos y no por razones de utilidad. Precisamente, en estos días hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de Manolo Peláez, delegado del Gobierno, que, por estas fechas, hace 24 años, dijo: “Este mercado está para precintarlo inmediatamente. ¿Cómo es posible que se haga la autopsia a un perro junto a un puesto en el cual se venden hortalizas y donde las cámaras frigoríficas huelen todas a podrido? Si la Organización Mundial de la Salud hiciera una inspección, propondría nuestra expulsión”. Y, claro, se armó la de Dios es Cristo: pues mientras los socialistas estaban de acuerdo, los otros, los conservadores a ultranza, ponían el grito en el cielo contra Peláez, recordándole que él no era nadie para dar lecciones de limpieza y le invitaban a embarcarse a las ocho de la mañana.
 

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