No por inesperado, ha dejado de
sorprendernos el fallecimiento de don Manuel Peláez y López,
ex-Delegado del Gobierno en Ceuta de 1982 a 1986, de quien
conocíamos su grave enfermedad y con quien intentamos
contactar pero que nos fue imposible dado que, debido a su
afección, se encontraba ausente de su despacho oficial en la
Comunidad Autónoma Asturias donde prestaba sus servicios
como Director Provincial del Área de Fomento.
A Don Manuel Peláez tuvimos la satisfacción de conocerle con
motivo de su nombramiento como Delegado del Gobierno (el
primer civil que fue nombrado en Ceuta para este cargo, pues
sus antecesores en puesto similar, eran denominados
Administradores Generales) y quizás fuéramos una de las
primeras personas que conoció en Ceuta y de quien obtuvimos
su total confianza y aprecio, según nos demostró durante
toda su estancia en la Ciudad, manteniendo nuestra amistad a
través de epístolas, principalmente con motivo de las
Navidades, en las que siempre nos distinguía con el “querido
y bien recordado amigo” .
En una de sus últimas cartas nos indicaba que “sigo las
cosas de Ceuta muy de cerca. Con las edad y el inevitable
paso del tiempo llego a la conclusión, que lo verdaderamente
importante en la vida es procurar ser bueno y honesto. Y nos
seguía comentando que “desde la evocación entrañable de mis
días en esa tierra os envío mi agradecimiento por vuestro
cariño y deseando todo lo mejor para esa gran familia
vuestra”. O sea, que Manuel Peláez seguía con verdadero
interés los aconteceres de Ceuta.
Se comentaba mucho durante su estancia aquí que Manuel
Peláez ejercía de Delegado del Gobierno, con una autoridad
que traspasaba los límites del cargo, pero nosotros, que
conocimos de cerca su actuación, no tenemos por menos que
poner de manifiesto el interés desmedido con que la
desempeñaba para que cuantos asuntos formaran parte de su
competencia se desarrollaran dentro de las mas estrictas
normas establecidas al efecto. Y así se dotaron de los
correspondientes servicios sanitarios todos los
establecimientos de hostelería de la Ciudad. Instó a la
autoridad municipal al mejoramiento de los mercados, en
cuanto a limpieza e instalaciones. Se mejoraron también las
instalaciones sanitarias (Hospital Civil y Ambulatorios). Se
ejerció un control de los servicios de la Administración
General del Estado, con referencia a cumplimiento de
obligaciones, horarios, incompatibilidades y presencia
física de los funcionarios durante su horario laboral. En
otro orden de cosas, reguló la estancia en nuestra ciudad de
residentes de hecho, principalmente de origen marroquí,
nacidos la mayoría de ellos en nuestra Ciudad, a los que se
dispensaba una Tarjeta Estadística (¿) que ni acreditaba su
condición de ciudadano ceutí ni los derechos inherentes a
los nacionales, logrando proveer a los mismos del D.N.I. y
dándoles la opción de adquirir la nacionalidad española, si
así era su deseo. En una palabra, como bien ha dicho Juan
José León, Director Provincial del M.E.C., Manuel Peláez
sentó las bases de una Ceuta moderna.
Otro aspecto característico de Manuel Peláez era, así como
su interés en el correcto funcionamiento de la
Administración, su sensibilidad propensa a dejarse llevar de
los efectos de compasión, humanidad y ternura. Y nos viene a
la memoria un hecho que ocurrió durante su mandato. Nos
llamó a su despacho y nos dijo: a esta familia que está aquí
hay que proporcionarle hoy mismo una vivienda y 50.000
pesetas (se trataba de un matrimonio y un hijo menor que
habían sido desahuciados de su casa y estaban habitando en
un “seiscientos” en un anden de carretera). Ante tal orden y
cuando dichas personas había salido del despacho, le
comentamos: Manolo, ¿de donde sacamos la vivienda, pues las
pesetas se confecciona la correspondiente resolución con tu
decreto, se formaliza el talón y de la cuenta de Acción
Social se le entrega a la familia el dinero?. No entiendo.
Tú, como sea, soluciona esta papeleta, fue la respuesta. Al
dirigirnos al despacho nos encontramos en nuestra mesa la
llave de una vivienda del Patronato dependiente de la
Delegación (¿tendría algo que ver la Virgen de África?) que
había entregado una persona que se trasladaba a Barcelona.
Ni que decir tiene: inmediatamente se formalizó la
resolución de concesión de donativo y el correspondiente
talón, que en unión de la llave de la vivienda, fueron
entregados a aquella familia. Después, como es natural, nos
reíamos, con la satisfacción, él, de haber llevado a cabo
una verdadera obra de caridad y nosotros con la de poder
colaborar con aquella acción humanitaria. (Es una breve
semblanza del carácter de Manuel Peláez).
Seria muy extenso relatar las actuaciones y hechos pasados
con y durante la estancia de don Manuel Peláez (que en paz
descanse) en Ceuta. Pero la premura de tiempo y de espacio
nos obliga a despedirnos no sin antes dejar patente a su
esposa y demás familiares y afectos nuestro sincero pesar
por su muerte y el obligado agradecimiento por su ejemplo de
caballerosidad, hombría de bien y sincera amistad con que
nos distinguió.
|