El Pleno de ayer del Consejo Económico y Social (CES) de
Ceuta para debatir la propuesta de dictamen de su Comisión
de Economía y Fiscalidad sobre el expediente elaborado por
la Ciudad para alquilar una parte de la Manzana del Revellín
y trasladar allí el Mercado Central de Abastos fue como uno
de esos partidos intrascendentes de final de temporada en
los que técnicos y jugadores apelan al orgullo y a la
metafísica más que a los puntos o votos en juego que, de
cualquier forma, de (casi) nada servían. Con la decisión del
Gobierno ceutí de llevar el Mercado al complejo diseñado por
Álvaro Siza tomada y anunciada públicamente el martes de la
semana pasada, los consejeros se repartieron los papeles y,
con los representantes de CCOO y la Ciudad-Procesa como
protagonistas, se entregaron a la tarea de repetir
argumentos y tirarse alguna puñalada.
El Pleno arrancó modosito, con los consejeros ‘cortados’ por
la presencia de tanto periodista y algún espectador ilustre
como la portavoz socialista en la Asamblea, Inmaculada
Ramírez, y entraron en harina con CCOO llevando la
iniciativa. Los comisionistas ya lucieron táctica la semana
pasada, cuando aplicaron a rajatabla el Reglamento del CES
para boicotear la convocatoria del Pleno de urgencia y
chinchar al Ejecutivo ceutí, que había retrasado un día su
reunión semanal del Consejo de Gobierno para anunciar con
todos los papeles en la mano su decisión.
El lunes, CCOO presentó una enmienda a la totalidad sobre la
propuesta de dictamen que salió de la Comisión de Fiscalidad
y, con José Antonio Alarcón y Manuel Calleja como directores
de orquesta, dijeron que a su juicio: a) no es necesario
demoler el actual edificio del Mercado, que además se ha
rehabilitado hace “relativamente poco”; b) que la política
de mercados del Gobierno es errática y que “no parece
lógico” que se priorice gastar tantos millones de euros en
el Central cuando el de Hadú, que atiende al 80% de los
ceutíes según sus cálculos “no reúne los requisitos mínimos
de calidad”; c) que hay otros lugares para trasladar el
Mercado pero que la Ciudad lo quiere en la Manzana “para
resolver su problema con ella”; d) que la Manzana debe ser
para equipamiento cultural; e) que el precio del alquiler se
ha calculado como si fuera uso comercial cuando no lo es; e)
que los informes se solicitaron y elaboraron “a la
medida”.... Lo de siempre: “Hay que volver al contenido del
acuerdo plenario inicial de 1997”.
Al corte, en representación de la Ciudad, salió Gabriel
García-Parada, que aún con mucho recato se encargó de
rebatir la mayor. A su juicio el traslado está avalado tanto
por el precario estado del Mercado como por la necesidad de
poner en valor el Foso de la Almina y mejorar la trama
urbana de la zona y que los comisionistas se oponen desde
una opción “política” desde la cual “cualquier argumento que
hubiese planteado el Gobierno habría sido también desechado”
A sus respectivas derechas, Calleja y el gerente de Procesa,
José Diestro, protagonizaron el choque dialéctico más agrio
de la tarde. El primero acusó al Gobierno de “buscar la
Manzana” por encima de todas las cosas y de “despreciar” al
CES por tomar su decisión sin esperar a su dictamen
definitivo; de Siza dijo que, a la vista de su último
pronunciamiento, “parece estar dispuesto a decir ‘sí’ a
cualquier cosa; por ejemplo, a un mercado”. Para terminar,
señaló a Diestro como el autor de un informe sólo con datos
fusilados de Internet.
Le llegó entonces el turno de hablar al representante de la
Delegación, José María Mas, que a lo Guti, en un gesto que
según varios de sus compañeros no es la primera vez que
protagoniza, el asesor de Arreciado dijo que puesto que ya
había una decisión tomada por parte del Gobierno el debate
era tan insustancial que, con el permiso de los presentes,
él se iba. Con la misma, se levantó y se fue.
Autoexpulsado Mas, lo que aparentemente dejaba con uno menos
a los anti-traslado, Alarcón levantó el micrófono para
rebajar tensiones y pedir un poco de tuteo y buen rollo a
los presentes. Diestro, que fue el único que no se rió de
las chanzas del comisionista, recogió el guante que le había
tirado Calleja y arremetió contra el sindicato por
“maniobrar” con el único objetivo de dilatar la “legítima”
toma de decisiones del Gobierno. “No sois tontos pero sí
dais palos de ciego”, prosiguió el gerente de Procesa, que
atribuyó a sus adversarios falta de datos, de información y
de criterio.
“Dicen ustedes que esta decisión se toma por la sentencia
del TSJA en un sentido negativo, pero yo quiero presentar
esta oportunidad que se crea en positivo: la sentencia deja
un espacio que iba a ser comercial y que ya no lo va a ser,
que ya está construido y que se puede adaptar”, argumentó
Diestro. “¿Por qué no hacerlo? Porque ustedes lo único que
quieren es que la Ciudad no se vaya de rositas de la
Manzana, no debatir sobre el traslado”, se respondió.
Como era de esperar, tanto la Confederación de Empresarios
como la Cámara de Comercio se situaron más cerca de la
Ciudad que de los sindicatos. En nombre suyo, Javier Flores
y Luis Moreno recordaron que lo suyo en esta historia era
velar por intereses empresariales y no políticos y
recordaron que en la propuesta de dictamen ya se señalaba
que los intereses de los concesionarios se protegerían al
máximo. Antonio Gil (UGT), coherente, defendió también el
valor del dictamen, que según dijo va “mucho más allá” de la
pregunta “con trampa” que le había hecho llegar la Ciudad al
CES, aunque aseguró que no votaría a favor del mismo “porque
compartimos el deseo de que la Manzana tenga un uso 100%
cultural”.
Inés López, la revelación
Vista para votación la enmienda, Basilio Fernández dio
entonces el uso de la palabra a la consejera de Consumidores
y Usuarios, Inés López, que hasta entonces había pasado
desapercibida. Hasta entonces, porque cuando habló del
“debate este” al que había asistido no dejó títere con
cabeza. “El actual Mercado no es ni cómodo ni accesible ni
de fácil acceso, pero parece que nadie aquí se preocupa de
las 500 personas que vamos a diario allí”, arrancó López,
que incluso dijo haber hecho “una encuesta” sobre el asunto
en la que se pone de manifiesto el descontento de los
concesionarios.
“La gente tiene ganas de cambio” [¿quién dice esa frase a
diario? ¿Rajoy?], concluyó la consejera, que después de
definir el tema como “algo más político que social” sumó su
voto al de Ciudad, Procesa, CECE y Cámara. Resultado: 9
votos en contra de la enmienda de CCOO; 4 abstenciones (UGT
y Fernández) y tres a favor.
La votación sobre la propuesta de dictamen en sí, que insta
a la Ciudad a buscar la compra del inmueble en lugar del
mero alquiler, reprodujo las mayorías con el único cambio
del presidente, que en esta ocasión votó a favor. Resultado:
el Mercado, a la Manzana. Sin cambios.
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