Resulta algo triste observar como algunos políticos además
de perder sistemáticamente la confianza de los ciudadanos,
acaban perdiendo la cabeza, disparando como ciegos
desorientados a todo lo que se mueve a su alrededor.
El caso más evidente es el del caducado Juan Luís Aróstegui,
que cual alma en pena y ante la negativa persistente de los
ceutíes frente a sus propuestas, centra su ira que le
produce su frustración en este medio de comunicación al que
tilda de manipulador, como si los ciudadanos de Ceuta fueran
unos ignorantes incapaces de discriminar la verdad de la
mentira y la demagogia de la eficacia y del buen gobierno.
Lo que realmente le ocurre a ese lastre para el PSPC
extensivo para toda Ceuta, es que es incapaz de oír y ver lo
que ocurre a su alrededor. Y es que los ceutíes optaron hace
varios años por un cambio radical en las maneras y en los
modos de ser gobernados, desechando definitivamente a los
carcamales políticos anclados en rancias ideas, gruesas
burocracias y chabacanos proyectos, que sólo protegían
intereses privados envolviéndolo todo, eso si, en un
grandilocuente y hueco discurso patriotero. Pero el
resultado de su gestión mientras estuvieron en el poder, que
lo tuvieron y durante mucho tiempo, fue muy bueno para unos
pocos y desastroso para la inmensa mayoría de los ceutíes,
que veían como su ciudad no prosperaba, no crecía, era
ignorada y sólo sabía quejarse detrás de las pancartas que
ellos fabricaban para seguir al frente del gobierno. Eso si
que era manipular.
Pero los ceutíes les cortaron el chollo, el micrófono y el
sillón y pusieron su confianza en un político hasta entonces
desconocido: Juan Vivas, que sólo a base de trabajo y
tenacidad ha conseguido en pocos años dar la vuelta a la
situación, para que nuestra ciudad se modernice, sea oída de
verdad y sea respetada.
Esto es lo que revienta de verdad a los Arósteguis y
compañía: que alguien como Vivas les haya dejado tan en
evidencia en tan poco tiempo.
El Pueblo de Ceuta seguirá únicamente siendo fiel notario de
una realidad producida por los verdaderos protagonistas: los
ceutíes, que sabiamente encumbran a quien bien les sirve y
desecha lo que sólo sirve para producir indigestión.
Están donde deben.
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