Me levanto más temprano que de
costumbre, tal vez porque Eolo se ha apaciguado algo y
Thalassa rezuma tranquila sobre su propia superficie, sin
agitar sus largos brazos provocadores de tormentosas olas.
Ambos dioses me han bendecido con el descenso inmediato de
las secuelas que aún arrastro de mi imaginario intento de
emular a Valentino Rossi.
Todo lo que ocurre hoy en día, en el circo político de
nuestro país, tiene connotaciones pícaras de llevarse el
gato a través de dichos y actos encaminados a encandilar al
ciudadano medio con el único fin de conseguir su voto.
Por un lado está la justicia, personalizada en el juez
Garzón, que viene siendo recusado por quienes, a mi parecer,
tienen menos derechos para hacerlo por ser parte interesada
en el asunto. Si es aceptada esta figura jurídica de
recusaciones… cualquier delincuente o imputado o testigo de
la acusación de cualquier causa judicial tendría el mismo
derecho para recusar el correspondiente juez “por enemistad
manifiesta” ¿no?
Lo que es peor, el que más insiste en ese tipo de
recusaciones contra el juez y que se declara su enemigo
manifiesto, el propio presidente de la asociación de
víctimas, ande con el canguelo en el cuerpo y no acuda a la
citación “por problemas de agenda” ya suena a cachondeo de
padre y señor mío. Este presidente sólo se atreve cuando
está nutridamente rodeado de víctimas y familiares… el papel
de sólo ante el peligro no le va. La sola mirada fija de
Garzón le produce temblores imaginarios
Por otro lado, en la antesala del Olimpo los semidioses se
sientan a la mesa para hablar de lo divino y lo humano ante
un caldito que se ha convertido en una opípara cena con
manjares para la ocasión, manjares de dioses que pueden
permitírselo los representantes de ese estado extranjero
llamado Vaticano que nunca han aportado una buena ayuda al
mundo hambriento, a los niños desamparados, a los
inmigrantes desesperados y a otros humanos que harían larga
la lista.
Manjar de dioses entre los que no faltan las delicias de
calabacín y alcachofas sobre salsa de albahaca, lomo de
merluza estofado a la vainilla, tabla de quesos surtidos, de
primera calidad suponemos, una exquisita mouse de lima con
gelatina de té de jazmín que ni el emperador de Japón ha
comido en su vida y para joder al más hambriento y sediento
de los humanos, todo ello regado con vinos Ribera del Duero
y Albariño con estocada final al gaznate de un champagne
(así en francés, como corresponde al auténtico champán y no
al denostado cava catalán). Ignoro si se fumaron sendos
puros habanos, tal vez porque la supuesta procedencia de los
mismos inspire repugnancia al semidios del Vaticano.
Ya se me ha puesto la boca haciendo agua. Para compensar
esto tiro de chupito Jack Daniel’s, mi preferido con mucho,
y calmo un poco el terrible ruido que empieza ha surgir de
mi estómago, comparable al que hacen las olas del Estrecho
en la cúspide de su líquida sinfonía. La próxima vez me
apunto a presidente del Gobierno. La sotana no me va.
Mientras tanto Rajoy se tiene que conformar con un
sencillito cafetito servido, eso sí, por la amorosas manos
de Ángela Merkel. El pobre no quería salir en la foto con
simples salchichas.
Así y todo Hemera anda jugando con las nubes en un sí que no
poco radiante, dejando a Helios a veces con un palmo de
narices y abajo Thalassa comienza a revolverse amenazando
con darnos otro disgusto e interrumpiendo las rotaciones de
los ferrys de nuevo mientras sus hijos, productos de su
unión con Ponto, los nueve Telequines, la ninfa Halia y los
peces del mar saltan de contentos porque saben que no serán
capturados en varias jornadas, para desespero de unos
humildes pescadores que observan absortos los vaivenes de
sus barcos, amarrados a los norays de los puertos pesqueros
que baña la traviesa Thalassa.
|