Jamás se debe discutir con un
superior, pues se corre el riesgo de tener razón (la cita no
es mía). Y, si ello sucede, al superior le puede dar un
ataque de histeria y amenazar al empleado con despedirle.
Más o menos es lo que nos hemos enterado esta semana que le
puede ocurrir a un empleado de la Radio Televisión Ceuta.
La noticia nos pone al tanto de cómo un empleado que fue
sancionado por el director gerente del medio decidió acudir
a los tribunales por no estar de acuerdo con el castigo.
Pues bien, según la Unión General de Trabajadores, el que
manda no ha tenido el menor empacho en amenazar al
trabajador: “Si ganas el juicio, te despido”.
Lo que no nos ha explicado el portavoz del sindicato es si
la amenaza ha sido acompañada por una muletilla que reza
así: “Y para celebrar tu despido me comeré un pollo”. Es la
frase típica de alguien, más que conocido, cuyaer ser el más
listo de la clase. Aunque en el empeño se vea obligado a
transgredir todas las normas habidas y por haber.
Mandar es una tarea que está al alcance de cualquier
mindundi. Pero saber mandar es otra cosa bien distinta. Pues
quien manda ha de reunir ciertos valores para que la gente
confíe en él. Dicen que el liderazgo se mantiene con
ejemplaridad. Y en el caso que nos ocupa, desgraciadamente,
no se cumple el dicho.
Hay personas que han tenido que luchar contra viento y marea
para situarse en la vida. Y conviene reconocerles los
méritos que hicieron para aprender sobre algo que les ha
permitido lograr dinero y posición. Mas esa lucha frenética
para vencer las circunstancias negativas, dejando a veces a
muchos otros en la estacada, no les da derecho a convertirse
en individuos carentes de escrúpulos cuando se trata de
respetar los intereses laborales de los demás.
Al director gerente de la Radio Televisión Ceuta no se le
puede negar que conoce todos los entresijos del medio. Pero
no le valen de nada cuando, a estas alturas, todavía no se
ha dado cuenta de que sus comportamientos no pueden ser los
de antaño. Los de aquellos tiempos en los cuales peleaba por
salir de la sima empresarial en la cual andaba metido. Y se
le perdonaba que empleara todas sus tretas para abrirse paso
como propietario de una televisión. Uno podría contar
anécdotas que dejarían turulatos y patidifusos a muchos
ciudadanos. Pero entiende que esas historias se dieron en un
tiempo ya pasado y en un contorno muy distinto.
Lo que no entiendo es por qué Manolo González Bolorino
ha sido incapaz de evolucionar en su trato con los
empleados. Máxime cuando su situación, desde hace años, es
magnifica para dirigir la RTCE con mano firme pero con esa
magnanimidad que reluce en el hombre cuando ya no tiene que
defender su parcela como fiera corrupia. Y caigo en la
cuenta de que el director general, de un medio público tan
potente, sigue entendiendo el mandar como una acción donde
los buenos resultados se consiguen dividiendo a la
plantilla. Enfrentándolos. Persiguiéndolos. Con el fin de
mostrar él su poder omnímodo. MGB, al margen de los
intereses económicos, está necesitado de respeto. Y lo busca
equivocadamente. También se equivoca el Gobierno por no
tomar las decisiones correspondientes a hechos tan
lamentables.
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