Fue en enero cuando Juan Luís
Aróstegui trató de minimizar la imagen de este periódico
ante los ciudadanos. Lo hizo en uno de sus “dardos de los
jueves”, con armas tan poderosas como son su gracia y
sapiencia. Con las que, indudablemente, seduce a tantos
votantes. De ahí que no cese de ganar elecciones y se haya
convertido en una referencia para la clase política mundial.
La verdad es que Aróstegui ha tenido la suerte de contar con
un partido que es considerado un dechado de perfección en
toda Europa. El PSPC es arquetipo de cómo hacer todo lo
humanamente posible para que los ciudadanos sean felices. Y
a fe que lo consigue, en innumerables ocasiones. Y es que
sus programas electorales son la envidia de medio mundo. Y
hasta aquí vienen los más encopetados políticos dispuestos a
beber de una fuente de la que mana tanta imaginación, tanto
talento y tanta lucidez, con el único fin de hacer una
sociedad más justa y culta.
Una forma de actuar y de ser, tan brillante y a la par de
una eficacia todavía inconcebible, y sostenida durante 23
años, está pidiendo a gritos que Ceuta le rinda un homenaje
multitudinario a un Aróstegui, conocido también como el
iluminado. El cual ha consagrado su vida al servicio de su
pueblo. Sin que en el empeño haya dado muestras de lucro o
bien de aprovechar su poderosa influencia para ayudar a sus
parientes y amigos.
A ver: que levanten la mano quienes puedan llevarme la
contraria. Por favor, sí, usted, el de la segunda fila, que
parece no estar de acuerdo con mis palabras, haga de abogado
del diablo y cuente si el secretario general de Comisiones
Obreras y fundador del Partido Socialista de El Pueblo de
Ceuta tiene muertos en el armario.
Ah, muy bien, dice usted que sin pruebas se juega el que lo
denuncien... Claro. Pues bien, yo le denunciaría por el
simple hecho de pensar mal de quien lleva toda una vida
entregado a la defensa de una Ceuta que sin él estaría ahora
mismo rodando por la ladera de la miseria y a punto de
convertirse en territorio extraño.
Veamos: ¿Acaso ignora usted, señor desagradecido, que
gracias a nuestro líder hemos tenido la posibilidad de
disfrutar de la visita de los Reyes? ¿Se ha parado usted a
pensar, señor malintencionado, cómo tuvo Aróstegui que
fajarse con Zapatero en La Moncloa para que éste
viniera a Ceuta? ¿Se ha percatado, hombre de poca fe, de que
sin la insistente denuncia del secretario de política
municipal del PSPC, jamás sería posible que Ceuta se
convirtiera en Comunidad Autónoma? Y mucho menos le voy a
permitir el que ande usted aireando a los cuatro vientos,
que lo sé de buena tinta, que Aróstegui, a quien se le ha
motejado injustamente de iluminado, conoce perfectamente que
hay en juego una cantidad de dinero en la Manzana del
Revellín, cuya pista sigue él con suma atención. Eso sí, con
el único fin de velar por el bien de las arcas municipales.
La que he liado: me he enrollado y ahora no sé cómo conectar
con el principio de esta columna en el que digo que
Aróstegui en el mes de enero trató de destruir la imagen de
este periódico. De quitarle cualquier protagonismo. Y de
cómo yo le taché de badulaque, al día siguiente. Alguien,
entonces, me dijo que era muy injusto con él tildándole de
tonto. Pero el tiempo da y quita razones. Ahora, al leer una
nota publicada por el PSPC, titulada Manipulación, no sólo
me ratifico en lo dicho, entonces, sino que retiro todos los
elogios que le he dedicado en el día de hoy. Por parecerme
tonto del bote.
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