La amistad es un sentimiento y
como tal no se puede expresar con palabras. Dicen los
entendidos, en el asunto, que el que tiene un amigo, tiene
un tesoro. Totalmente de acuerdo con los que aplicaron ésta
frase a la amistad. Servidor, aunque el señalar esté feo,
tiene unos buenos amigos a los que trata de conservar como
oro en paño. Ya lo decía mí abuela “pocos, pero buenos”. Y
eso es lo que tengo pocos pero inmejorables. Y es, con la
mayoría de esos amigos, con los que me reúno cada día, en la
peña “El Ladrillo”, a tomar un par de cervezas y charlar de
lo divino y de lo humano porque de todo, en este mundo, hay
que conversar incluso de fútbol del que recibimos clases
magistrales de Manolo de la Torre ¡que sabe una jartá del
deporte rey!.
El miércoles día trece, ¡menos mal que no era martes y
trece!, uno de esos amigos, Cristóbal Chaves, al que uno le
tiene ley de la de verdad, se hizo un año más viejo. Vamos,
celebró su cumpleaños en “La Tasca de Pedro” en compañía de
su esposa María Jesús y sus hijos, Jorge, Olga y Gema.
Por supuesto y como está reglamentado, antes de pasar al
salón comedor, Cristóbal, tuvo que pagar la correspondiente
invitación a los amigos que le habíamos felicitado por tal
acontecimiento. ¡ que no todos los días se cumplen años!.
Con esta invitación nos ahorramos los cinco euros que, cada
componente de a peña, debe depositar diariamente para pagar
las consumiciones. Hablar o escribir de mis amigos es algo
que me cuesta un enorme trabajo, por poder olvidarme de
algunas de las grandes cualidades que atesoran o ser incapaz
de plasmarlas en un escrito. A pesar de ello, en un alarde
de facultades no mentales sino del corazón, voy a hablar de
Cristóbal Chaves, esperando equivocarme lo menos posible la
realizar este pequeño retrato.
Cristóbal hombre trabajador donde los haya, excelente
persona y amigo de sus amigos, es un hombre que ha luchado
desde muy temprana edad buscando lo mejor para su familia.
Trabajador nato desde que su madre decidiera traerle a este
mundo, ha pasado por todas las etapas de la construcción,
hasta conseguir labrarse ese porvenir con el que soñaba
desde niño.
Cuando hablamos de tiempos pasados, lo hace con la
satisfacción y el orgulloso de cuanto ha vivido desde su
infancia, contándonos una y mil anécdotas en las que ha
participado y de las que no se arrepiente porque, todas
ellas, le han válido para llegar al lugar que por derecho y
por méritos le corresponde. Esos derechos y esos méritos que
da el luchar a bocado con la vida abriéndose paso, en ella,
por la lucha constante que todos los hombres de bien
mantienen contra las piedras que les ponen en el camino.
Dicen que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran
mujer y, Cristóbal, ha tenido la gran suerte de que en él se
cumpla a la perfección semejante frase. Detrás de él tiene a
María Jesús, una gran mujer, que le ha dado tres hijos
extraordinarios y que sabe llevarle a la perfección aunque,
Cristóbal, un día aparezca en casa con un par de pollos en
la moto.
Tus amigos, los de la peña “El Ladrillo”, nos sentimos
orgullosos de poder contar con tu amistad. Felicidades.
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